El 14 de agosto el puente Morandi en Génova se derrumbaba. Desde aquel momento los servicios de emergencia y los bomberos no han parado de trabajar para buscar los restos mortales de todas las víctimas. La Policía italiana ha elevado el número de fallecidos a 43, aunque no se descartan hallar más cuerpos.

El último encontrado es el de Mirko Vinici, un trabajador de 30 años de Amiu, un municipio de Génova.

Frente al puente y desde su derrumbe ha habido una mujer que día tras día se sentaba en un rincón y lloraba mientras observaba las labores de los servicios de emergencia. Ella es Paola, la madre de Mirko, según ha informado el diario italiano 'Corriere della Sera'.

Iban encontrando cuerpos sin vida bajo los escombros pero ninguno era el de su hijo. Ella desesperada detenía a los trabajadores y preguntaba: "¿Oyeron algo?". Paola insistía en quedarse en el lugar de los hechos: "No quiero irme a casa, quiero esperar aquí, quiero estar allí cuando lo encuentren".

Paola y Luciano, su pareja, viven cerca del lugar donde se derrumbó el puente Morandi. Fueron de los primeros en llegar al lugar de hechos cuando se enteraron de la tragedia, sabían que su hijo estaba de servicio allí, en la isla ecológica de Amiu, donde recoge basura.

Paola ha vivido los peores días de su vida, la angustia de no encontrar a su hijo ha sido para ella insoportable. Una espera con un final oscuro.