El papa Francisco abogó en el Congreso de Estados Unidos por la "abolición mundial de la pena de muerte", porque "una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación". "Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito", añadió.