Cuatro minutos de alta
tensión con Vladimir Putin, sin duda ha sido el peor trago que Obama ha pasado
en su, presumiblemente, última gran
cumbre internacional como presidente de EEUU. Ni siquiera fue un encuentro
concertado sino una charla furtiva antes de comenzar un evento, que finalizó
con un frío apretón de manos.
"Le he indicado que aún estamos profundamente preocupados por el baño
de sangre y el caos producidos por los constantes bombardeos de Al Assad y el
ejército ruso contra la población de Alepo", señalaba Obama.
Su semblante cambió por
completo en la foto de familia de los líderes del Foro de Cooperación Económica
Asia-Pacífico, que se mimetizaron con la cultura peruanas. El broche a una cita
donde Obama ha desvelado sus planes inmediatos cuando deje la presidencia: "Llevarme a Michelle de
vacaciones. Descansar un tiempo. Estar con mis hijas. Escribir, pensar...".
Alejarse en definitiva
de reuniones de primer rango como la que mantuvo recientemente con Merkel,
Rajoy, Hollande, Renzi y Theresa May. Ahora quedan para Donald Trump, que no para de
reunirse con los posibles nuevos miembros de su gabinete.
Ha dejado la torre Trump
por su resort de golf en Nueva Jersey para recibir a Chris Christie, Rudi
Giuliani y sobre todo a Mitt Romney, peso pesado republicano candidato a la
Casa Blanca en 2012. Ferviente detractor de Trump durante la campaña electoral
que ahora está en las quinielas para convertirse en su secretario de Estado.