Paul Alexander ha fallecido tras vivir dentro de una máquina durante 72 años. Desde los 6 hasta los 78. Su condición no le impidió estudiar una carrera ni ejercer como abogado. Estaba tan acostumbrado que no sabía vivir de otra manera. Todo comenzó cuando era un niño de Dallas, Estados Unidos.

Con 6 años contrajo la polio, una enfermedad potencialmente mortal que afecta, sobre todo, a niños menores de 5 años y que se expandió por el país en los años 50. De hecho, llegó a ser una auténtica epidemia. Entre 1952 y 1953 se cuantificaron 350.000 contagios en Estados Unidos, cuando la media hasta entonces en el país era de unos 20.000 al año. Tremendamente contagiosa, no se desarrolló una vacuna hasta 1962. Gracias a ella, ahora la poliomelitis es un mal erradicado en una gran parte del mundo.

A Paul la enfermedad le paralizó los pulmones y provocó que tuviera que vivir dentro de una máquina el resto de su vida, ya que es una de las secuelas que deja la polio, que ataca directamente a la médula espinal provocando parálisis.

Con la muerte de Paul Alexandre, ahora es solo Martha Lilliard, otra mujer estadounidense, la única que vive gracias a esta máquina (conocida como 'pulmón de acero' y que funciona con fuelles que succionan aire del cilindro, obligando a los pulmones a expandirse y aspirar el aire a través de la nariz) que salvó la vida a centenares y centenares de niños.