Siria, que lleva diez años sufriendo la destrucción y las bombas, corre ahora el riesgo de que una generación de niños sea borrada del mapa. "No sé si somos conscientes de que está en juego el futuro de toda una generación y el futuro de Siria", alerta María Jesús Vega, de ACNUR.

Y es que a la violencia, la muerte y la huida de sus casas, se le une ahora la crisis económica y el coronavirus. En este sentido, Helen Michou, Acción contra el Hambre, señala que los padres "sacan a los niños de la escuela para que puedan trabajar", mientras que María Jesús Vega indica que los menores "se ponen a mendigar o a hacer la calle" y que "lo que comen es lo que pueden sacar cada día haciendo lo que sea".

En total, hay 12 millones de refugiados y desplazados internos en Siria, de los que la mitad son niños. Algunos de ellos nacieron durante la guerra, lo que marcará su vida para siempre. Un ejemplo de esto lo relata la portavoz de ACNUR, quien recuerda el caso de un niño, cuya "primera palabra no fue ni 'mamá', ni 'papá', sino 'luz', porque cuando venía la luz era una alegría muy grande".

En Siria, muchos hombres han muerto a causa de la guerra, lo que ha hecho que las mujeres se sientan solas y desprotegidas. Mientras, para muchos niños su destino ya está marcado, aunque eso no significa que los padres quieran menos a sus hijos, sino que es el mundo que les ha tocado vivir. Lorena Cobas, de UNICEF, afirma que "más de 5.700 niños y niñas de hasta siete años han sido reclutados por los diferentes grupos y fuerzas armadas".

Los niños son reclutados como soldados, mientras que las niñas un día "salen del colegio y deciden que las van a casar con alguien que ha pedido su mano porque con la dote puede comer el resto de la familia y dar de comer a sus hermanos", tal y como cuenta María Jesús Vega.

Lamentablemente, ni en Europa estos niños están a salvo. Uno de ellos que consiguió llegar fue raptado por un hombre y apareció días después en el maletero de un vehículo.