La polarización política en Brasil se ha agravado con la excarcelación del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, cuya puesta en libertad fue tanto celebrada como repudiada en el país que gobernó entre 2003 y 2010.

Un día después de su salida de la prisión de Curitiba en la que pasó los últimos 580 días, Lula se dio un baño de masas en la ciudad que le vio nacer como líder político, Sao Bernardo do Campo, donde pronunció un discurso contra el Gobierno de Jair Bolsonaro y en favor de los movimientos de izquierdas latinoamericanos.

En la otra cara de la moneda, miles de personas han salido a la calle en varias ciudades del país para mostrar su repudio por la liberación del dirigente, quien se benefició de un cambio de criterio del Supremo brasileño.

Movilización de las corrientes conservadoras

El resurgimiento de Lula como principal líder de la oposición, que hasta ahora estaba algo apagada, ha provocado la movilización de las corrientes conservadoras que auparon a Bolsonaro al poder en las elecciones de 2018 y tensa aún más el ambiente que empezó a caldearse con las protestas ciudadanas de 2013.

La manifestación más numerosa contra la liberación de Lula se ha dado en la emblemática avenida Paulista de Sao Paulo, la ciudad más poblada del país, en la que miles de personas se concentraron para expresar su malestar con la decisión que sacó de la cárcel a quien calificaron de "ladrón".

Lula, sobre quien sigue pesando una condena a ocho años por corrupción que fue ratificada ya en tres instancias -faltaría una-, se ha beneficiado de la nueva doctrina del Supremo, según la cual una persona sólo puede ir a prisión una vez que acabe por completo el proceso de apelaciones.

Bolsonaro, líder de una ultraderecha que creció en el país al calor de los escándalos de corrupción ocurridos en las gestiones de Lula y Dilma Rousseff (2011-2016), había mantenido hasta ahora un discreto silencio sobre la libertad del antiguo sindical.

"Está suelto, pero con todos sus crímenes sobre la espalda", ha señalado Bolsonaro, quien apuntó que "la mayoría del pueblo brasileño es honesto, trabajador" y "no va a dar espacio para contemporizar con presidiarios".