Marielle Franco nació en una favela de Maré y fue una de esas personas que no quiso olvidar sus orígenes. Siendo mujer, negra y bisexual la vida no estaba dispuesta a dejarle llegar muy lejos pero ella no opinaba lo mismo y consiguió entrar en la universidad: "Ocupó un lugar que en general no la ocupan las mujeres negras ni las de las favelas", explica Renata Neder, de Amnistía Internacional Brasil.

De ahí salió formada y dispuesta a pelear. En Río de Janeiro la policía mata al año a una media de 1.500 personas, muchas en favelas y todas, según ellos, de forma legal. Pero para los que, como ella, han vivido de cerca esa violencia saben que hay mucho más: "Hemos detectado un número de casos en los que las muertes son ejecuciones extrajudiciales", asegura Neder.

Ahí fue donde Marielle centró todos sus esfuerzos y lo que acabó con su vida. Tras un acto, de camino a casa, su coche fue tiroteado, al menos 13 disparos. Brasil entero salió a la calle en busca de respuestas. Pero la investigación empezó a enmarañarse: las cuatro balas que impactaron en su cabeza serían de origen federal y el arma está autorizada en Brasil sólo para determinados cuerpos de seguridad.

"Este camino del arma y la munición de posición del Estado para la criminalidad es frecuente en Brasil", explica Renata Neder. Alguien acabó con la vida de Marielle Franco, pero no con su lucha. Su ejecución ha abierto un nuevo debate, el del control de armas en Brasil.