Elitismo y competitividad

Desmadre a la americana: así es la 'Rush Week', la semana a lo reality en la que las fraternidades reclutan nuevos miembros

¿En qué consiste? Las hermandades realizan un proceso de selección que más parece un casting en el que puntúan vestimenta, estilismo e incluso el patrimonio de los candidatos.

Fraternidad universitaria
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Es una de las semanas más intensas de todo el semestre universitario. Una que deja escenas que parecen sacadas de una película. Una que está muy cerca de ser un auténtico reality. Es lo que en EEUU y en Canadá llaman la 'Rush Week', el momento en que las fraternidades buscan reclutar nuevos miembros.

Y no, no es tan sencillo como coger y firmar un papel. Aquí tienen que pasar auténticas pruebas, con las redes sociales observando con todo detalle y con, incluso, un proceso de selección en el que puntúan qué es lo que te parece tal y cual persona.

"Son asociaciones que incluso trascienden la universidad. Serán muy importantes para su futuro profesional", cuenta el profesor José Antonio Gurpegui.

Porque es un momento en que se definen amistades. En el que una reputación puede quedar marcada. En que, incluso, está en juego la influencia que se puede tener en el futuro. Es, básicamente, un casting. uno en el que se califica a los aspirantes por su estética, por sus contactos, por su vestimenta y también incluso por su patrimonio.

Pero es algo más. Porque si se analiza a los miembros de estas fraternidades son en su mayoría blancos, católicos y de familias ricas. Es, básicamente, una manera de perpetuar el elitismo en el seno de la universidad.

"Cuando vemos el porcentaje de miembros de una fraternidad observamos que en la lista Forbes es del 80%. Es incluso mayor entre los directivos de diferentes compañías norteamericanas", cuenta el profesor Gurpegui.

Hay hasta coachs especializados para formar a los jóvenes y que puedan entrar en su hermandad o fraternidad soñada. Y es que es un grupo de gente que marcará su vida y la gente con la que podrán o no relacionarse.

Un modelo que solo existe en Canadá y en Estados Unidos. Competitivo, elitista... y muy destructivo. Cada año, hay una media de dos suicidios entre jóvenes que no logran una invitación para estar donde sueñan estar.