Atrocidades muy reales
Israel responde con hipocresía a su matanza en Gaza: los horrores que Netanyahu se niega a reconocer
La otra cara Netanyahu rechaza la carta de 29 países que denuncian el uso del hambre como arma de guerra. Mientras tanto, Gaza se desangra bajo el bloqueo: más de 800 muertos por buscar comida y miles de camiones paralizados.

Resumen IA supervisado
La situación en Gaza es crítica, con familias buscando entre escombros y niños muriendo de hambre. La comunidad internacional ha respondido con una carta firmada por 28 países y la Unión Europea, denunciando la violación del derecho internacional y el uso del hambre como arma de guerra por parte de Israel. Sin embargo, el primer ministro israelí, Netanyahu, niega la crisis.
* Resumen supervisado por periodistas.
La escena se repite cada día en Gaza: familias enteras rebuscando entre los escombros, niños llorando de hambre, cuerpos sin vida sobre el polvo. Y frente a esta tragedia diaria, la comunidad internacional responde con una carta.
Una carta. Palabras. Declaraciones cuidadosamente redactadas, firmadas por 28 países —entre ellos España, Francia, Alemania y Reino Unido— junto con la Unión Europea. Palabras que denuncian lo obvio: que la distribución de ayuda humanitaria en Gaza "va contra la dignidad humana", que se está condenando a la población civil a morir de hambre, y que Israel está violando el derecho internacional.
Pero la respuesta de Israel no ha sido un gesto de autocrítica ni una mínima muestra de humanidad. Ha sido una palabra: hipocresía. Así califica Netanyahu lo que denuncia medio mundo. Dice que todo es mentira. Que esas muertes, ese hambre, ese dolor, no existen.
Pero los datos están ahí. No se pueden enterrar bajo un titular.
Gaza se muere de hambre
Más de 800 palestinos han muerto mientras intentaban conseguir comida. Y no porque no haya alimentos: hay camiones llenos de ayuda bloqueados a las puertas de la Franja. La UNRWA denuncia que más de 6.000 vehículos con suministros esperan a ser autorizados para entrar. Pero Israel no permite el paso. "Hay comida disponible a tan solo unos kilómetros para alimentar a la población durante tres meses", denuncia una portavoz de la ONU. Pero no llega.
Mientras tanto, en las últimas 24 horas, al menos 15 personas han muerto por inanición. Mujeres que mueren pesando 25 kilos. Bebés que ya no lloran porque no tienen fuerzas. Niños que colapsan en los puntos de reparto. Imágenes que no necesitan narración porque hablan por sí solas.
Y cuando sí hay palabras, son gritos. Como el de un padre que llora sobre el cuerpo de su hijo asesinado por soldados israelíes mientras trataba de conseguir algo de comida. Una escena devastadora. Y real. Por mucho que Israel insista en negarla.
"Asesinatos inhumanos"
La carta firmada por los 29 países no se queda en un gesto simbólico. Va directa al núcleo de la tragedia: "Condenamos la distribución de ayuda a cuentagotas y el asesinato inhumano de civiles, incluidos niños que intentan satisfacer sus necesidades más básicas".
La acusación es directa: Israel está utilizando el hambre como arma de guerra. Y lo está haciendo con métodos documentados, denunciados y sistemáticos. Como si se tratara de una estrategia más dentro del conflicto.
Pero Netanyahu responde que esta declaración está "desconectada de la realidad". Lo dice mientras en el campo de refugiados de Al Shati, en el sur de Gaza —zona supuestamente "segura"—, un nuevo bombardeo deja al menos 14 muertos. ¿También es mentira?
Violaciones del derecho internacional
La carta también advierte de algo aún más grave: el desplazamiento forzado permanentede los palestinos. "Constituye una violación del derecho internacional humanitario", recuerda el texto. Pero las advertencias diplomáticas no detienen los hechos.
Israel sigue empujando a la población gazatí hacia zonas del sur que, lejos de ser refugio, se han convertido en nuevas dianas. A eso se suma el incremento de ataques por parte de colonos israelíes en Cisjordania, donde la violencia se extiende con total impunidad.
El enemigo, según Israel, sigue siendo el mismo
Y pese a todo, el relato oficial israelí no se mueve un milímetro: el único responsable de esta crisis, según Tel Aviv, es Hamás. Como si una organización justificara el hambre de más de dos millones de personas. Como si los niños esqueléticos, las mujeres deshidratadas y los civiles asesinados por buscar harina fueran daños colaterales que no merecen ni una duda.
La carta firmada por los gobiernos es un paso. Pero insuficiente. No salva vidas. No abre corredores humanitarios. No desbloquea camiones. No impide que más personas mueran cada día por no tener qué comer. Es, por ahora, papel mojado. Y frente a eso, Israel responde con desprecio. Con negación. Con una palabra que, esta vez, define su propia postura: hipocresía.