Alan Moore fue el responsable de llevar las novelas gráficas a otro nivel. Considerado uno de los mejores guionistas del género, fue responsable de títulos tan imprescindibles como From Hell, V de Vendetta o Watchmen, el único cómic entre las 100 mejores novelas de la historia según la revista Time.

Pero Moore no vive del pasado y hoy por hoy reniega de casi toda su obra, e incluso del formato. El mundo del cómic, infantilizado por las tramas de superhéroes, utilizado por la extrema derecha para lanzar mensajes individualistas y liberales según él, ya no le interesa. Ahora lo que publica Alan Moore son novelas.

El gran cuando es su tercer título en prosa, la primera entrega de una pentalogía, Londres eterno, que cuenta la historia de una ciudad misteriosa y fantasmal oculta tras el Londres de 1949. Un espacio repleto de personajes extraños que se conecta con el mundo real a través de libros místicos jamás escritos.

"Crecí en un entorno de clase trabajadora. La imaginación fue mi mejor juguete y el más usado"

Esta es la excusa para charlar con él, vía mail. Un hombre que lleva siguiendo el rumbo que marca su imaginación desde niño: "Crecí en un entorno de clase trabajadora con pocos juguetes y libros. La imaginación fue mi mejor "juguete" y el más usado, mucho antes de convertirse en mi mejor herramienta", nos asegura.

Esa niñez obrera, esa conciencia de clase, ha permeado toda su obra y en El gran cuando no desaparece. En la novela se analiza el Londres de posguerra, para, a partir de ahí, tratar de entender cómo hemos llegado a lo que somos ahora. "No estoy seguro de que alguien esté sobreviviendo ni prosperando en la sociedad actual. Pero lo que tengo claro es que la clase trabajadora, de donde proceden casi todos los personajes de este libro, no lo está haciendo".

PREGUNTA. Sitúa la historia en el Londres de 1949. ¿Qué le atrajo de este periodo histórico concreto?

RESPUESTA. En los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, una ciudad como Londres —y, en gran medida, todo el Reino Unido— era como una hoja en blanco. Su paisaje y su gente habían quedado pulverizados, física, psicológica y emocionalmente.

Y fue precisamente de ese montón de escombros, de ese polvo de ladrillo y de las bombas sin explotar, que Inglaterra, tambaleándose por el trauma, logró recomponerse y convertirse en el edificio inestable que es hoy.

En cuanto a lo que quería conseguir con esta serie de novelas, no había lugar mejor ni más apropiado para comenzar mi narrativa.

P. ¿Y por qué escribir una crónica fantástica de Londres a través de personajes reales poco conocidos?

R. Aunque puede que no haya muchas referencias a la familia real —que, siendo sinceros, no hacía nada particularmente destacable en 1949, y que, en general, no interesa demasiado al británico promedio a menos que haya alguna nueva revelación nauseabunda sobre el príncipe Andrés—, creo que El gran cuando se esfuerza bastante por situarse dentro de la historia inglesa convencional.

En la novela se mencionan el gobierno laborista de posguerra de Clement Attlee, el contexto global con el Gran Salto Adelante de Mao en China, la llegada del Windrush con los primeros inmigrantes caribeños apenas un año antes, y pequeños detalles culturales importantes: la primera comedia televisiva emitida por la BBC, las marcas de cigarrillos y automóviles que había disponibles, las canciones que la gente tarareaba, las películas que veía y los libros que leía.

Por supuesto, la razón de construir con tanto cuidado este contexto histórico es, como bien intuyes, poner en primer plano otra historia distinta, la que se daba entre los intersticios de la versión oficial, y rellenar esas grietas con el cemento mágico de la ficción.

P. En El gran cuando describe un Londres que tiene mucho que ver con la obra de Iain Sinclair, autor que está empezando a ser traducido en España. ¿Qué proceso siguió a la hora de escribirlo? ¿Contó con la colaboración de Sinclair?

R. Tengo el privilegio de conocer a Iain desde hace más de treinta años y, probablemente, ha sido la influencia más grande en mi estilo de prosa desde la primera vez que leí a Mervyn Peake. Cuando digo esto, no me refiero a que haya intentado escribir como él —eso no sería más que una imitación, y además una bastante inútil—, sino que he tratado de llevar la intensidad y la seriedad de mi propia escritura lo más cerca posible del nivel deslumbrante en el que se mueve Iain.

En sus obras no solo encontré un nuevo uso del lenguaje, sino también una forma distinta de mirar el paisaje y los lugares, que probablemente ha influido en mi trabajo desde From Hell. Así que, en ese sentido, y dado que el Londres borrado y olvidado es el territorio natural de Iain, quizá era inevitable que El gran cuando compartiera algunos ecos de ese mundo.

"Iain Sinclar es el mejor escritor vivo en lengua inglesa"

Pero no, nunca hemos colaborado en un proyecto literario, y sinceramente no creo que fuera posible. Aun así, envidio a los nuevos lectores españoles que están a punto de sumergirse en el océano vibrante de libros, ideas y estilo de quien, en mi opinión, es el mejor escritor vivo en lengua inglesa.

P. La idea de los libros y manuscritos encontrados, misteriosos e imposibles, nos recuerda a las Ficciones de Jorge Luis Borges. ¿Qué debemos temer más en nuestro siglo: los libros de origen desconocido y sobrenatural o los creados con inteligencia artificial?

R. Bueno, aunque no espero que en este siglo los libros ocultos nos causen problemas, sí creo que la inteligencia artificial presenta peligros reales, especialmente en términos de pérdida de empleo y aumento de la vigilancia.

Pero no creo que haya nada que temer con respecto al arte, la música o la literatura generada por IA. Todos los libros y obras de arte son una comunicación entre la mente del autor y la mente del lector; en el caso de la inteligencia artificial, la "mente" del autor no está presente. Lo que hay es un motor de procesamiento de datos increíblemente rápido y potente que genera frases basándose en probabilidades matemáticas y en millones de páginas de obras ajenas que ha "devorado" como parte de su "educación".

"En las manos de Borges, la escritura humana es la tecnología más avanzada"

De hecho, ahora que mencionas a Borges, recuerdo que en alguna ocasión he descrito a la IA como una forma innecesaria de hacer realidad la idea que él plantea en su relato de Labiblioteca de Babel: un lugar donde existen todas las combinaciones posibles de palabras, todos los libros imaginables —brillantes o inútiles—, pero que, por el tamaño casi infinito de la biblioteca, es imposible encontrarlos o identificarlos.

Por lo tanto, mi consejo es no preocuparse por los libros generados por inteligencia artificial, y simplemente seguir leyendo a Borges. En sus manos, la escritura humana es la tecnología más avanzada.

P. Sus personajes suelen habitar los márgenes de la sociedad, aunque aspiran a comunidades más justas donde poder vivir. Sin embargo, hoy predominan los arquetipos individualistas, en sintonía con un sistema económico neoliberal.

R. La imaginación parece ser, en la práctica, infinita, así que siempre habrá espacio para inventar nuevas formas de pensar y vivir. Ese no es el verdadero problema; el problema está en cómo usamos esa imaginación. La imaginación es nuestro mayor regalo como especie, el "fuego" que nos dio Prometeo, pero tiene dos grandes dificultades.

"Para que la imaginación sea productiva, hay que ponerla en práctica para que otros puedan verla y experimentarla"

La primera es que, sin la voluntad para hacerla realidad, la imaginación se queda en simples y bonitos adornos en nuestra mente, sin llegar a materializarse. Puede convertirse en un parque temático interior donde muchas personas se pierden y terminan desperdiciando su vida sin lograr nada tangible. Para que la imaginación sea productiva, hay que ponerla en práctica para que otros puedan verla y experimentarla también.

Un ejemplo: un autor y su libro. Podría haber sido mucho más fácil quedarme en el sofá soñando con El gran cuando y todas las cosas emocionantes que podrían pasar, pero sin la fuerza de voluntad para sentarme a escribir, no habría creado la novela y no estaríamos haciendo esta entrevista. La imaginación, por sí sola, puede ser como unas arenas movedizas seductoras, donde toda ambición corre el riesgo de hundirse si no tenemos la fuerza de voluntad necesaria para traer esas ideas, esos tesoros, al mundo real.

La segunda dificultad, relacionada con la primera, es igual de grave: ¿ha llegado nuestra imaginación a un punto tan empobrecido que ya ni siquiera puede imaginar una salida a nuestra situación actual? Para mucha gente, parece que sí.

"Tenemos que soñar más a lo grande, a menos que queramos que nuestros mundos interiores se conviertan en extensiones del Universo Marvel"

Lo que me preocupa hoy es que no se está animando a la gente a usar ni a desarrollar su imaginación; al contrario, vivimos en una cultura donde las necesidades imaginativas se satisfacen de inmediato con solo tocar una pantalla, y donde el entretenimiento es casi siempre pasivo. No requiere esfuerzo ni fomenta ningún crecimiento en quien lo recibe. No ocurre como con un libro, que exige al lector imaginar personajes, escenas y voces.

Eso me inquieta porque da la impresión de que la imaginación se está atrofiando justo cuando más la necesitamos. Hoy en día, la imaginación se usa más como un calmante o un opio —algo que nos adormece pero no nos ayuda a enfrentar los problemas—, en lugar de ser ese motor poderoso e inagotable de creación que, en mi opinión, puede volver casi cualquier cosa posible.

Todos tenemos que soñar más a lo grande, a menos que queramos que nuestros mundos interiores, que son infinitamente ricos, se conviertan en extensiones colonizadas del Universo Marvel.

P. En los últimos años ha publicado tres novelas voluminosas (La voz del fuego, Jerusalén y El gran cuando), casi imposibles de adaptar al cine. ¿Es una forma de protegerse de malas adaptaciones cinematográficas?

R. Ninguna de estas obras fue escrita pensando en evitar que se convirtieran en malas películas; la única manera de lograr eso sería conservar los derechos y luego rechazar educadamente cualquier oferta de adaptación.

Dicho esto, mi postura sobre estas novelas no ha cambiado: no quiero que se adapten al cine porque simplemente no funcionarían. Básicamente, aunque una película sea larga, dura mucho menos que el tiempo que lleva leer una novela. Sin embargo, desde que adopté esta posición en los años 80, el mundo ha cambiado, y la llegada de los formatos largos en las series ha abierto nuevas posibilidades.

"Creo que 'El gran cuando' y el resto de la serie 'Londres eterno' sí que podrían funcionar como serie"

Aunque La voz del fuego y Jerusalén siguen siendo inadaptables —porque son novelas literarias, sin estructuras lineales ni resoluciones convencionales—, creo que El gran cuando y el resto de la serie Londres eterno sí podrían funcionar. Son libros ágiles, pensados para un público aficionado a la fantasía, donde cada tomo cuenta una historia completa con su propio clímax, pero que también forman parte de una estructura mayor que culmina con una gran resolución en el quinto volumen. En ese sentido, me pareció el esquema ideal para una serie de televisión moderna de cinco temporadas.

Por eso, cuando me contactó Playground —una productora de renombre responsable de llevar Wolf Hall, de Hilary Mantel, a la televisión— para proponerme adaptar El gran cuando y los demás libros en formato de serie, acepté con gusto. Quería ver si esta obra, en este formato, podía funcionar como adaptación. Ya veremos... pero soy bastante optimista.

P. Hablando de adaptaciones, ¿ha visto la nueva película de Superman? Usted ha asegurado que la infantilización de los cómics y el mundo de los superhéroes hace que sus lectores esperen soluciones sencillas a problemas complejos, permitiendo el auge de ideas de extrema derecha. ¿Podrá cambiar esta visión la película de James Gunn?

R. La verdad es que, como no he estado pendiente de esas cosas en lo que va de siglo, ni siquiera sabía que había un nuevo Superman. Y si me preguntas si una nueva versión de un personaje que fue arrebatado a sus creadores originales —unos jóvenes, judíos y de clase trabajadora— sin que nadie dijera ni media palabra en público, va a cambiar en algo la imagen del superhéroe como símbolo fascista aparentemente inofensivo, te puedo decir con bastante seguridad que no. No, no va a cambiar nada.

P. Sabemos que no le gusta hablar de sus proyectos antiguos. En un momento en que la nostalgia se ha convertido en un gran negocio, parece que el público se resiste a disfrutar de obras y personajes nuevos. ¿Cree que eso dificulta que sus nuevas historias lleguen a más lectores?

R. A medida que el mundo se vuelve más complejo y abrumador, parece natural que mucha gente, tal vez con razón, se rinda y busque refugio en la nostalgia por tiempos pasados más sencillos y felices, especialmente su infancia. Esto se nota mucho en los fans de superhéroes de mediana edad o mayores. Esa nostalgia suele idealizar un pasado imaginario donde todo era más luminoso, había menos inmigrantes y las mujeres hacían lo que se les decía, ideas que suelen estar en el corazón de muchos movimientos políticos de extrema derecha.

"Prefiero un público pequeño que disfrute mi trabajo antes que una multitud que solo espera secuelas de libros que no quiero ni ver"

Pero, sinceramente, nunca pienso en el público cuando escribo; lo que realmente me importa es encontrar un tema tema interesante y emocionante del que hablar. Desde hace décadas sé que a muchos fans solo les interesan los cómics de superhéroes que hice hace cuarenta años, y eso no me molesta ni me sorprende. Prefiero tener un público pequeño que realmente entienda y disfrute mi trabajo, antes que una multitud a la que no le importa y solo espera que haga secuelas lucrativas de libros que ya no quiero ni ver.

Y no necesito ninguna estrategia para alejar a los fans de superhéroes de mis obras actuales: si dejo de escribir sobre Batman, simplemente desaparecen. Además, como no uso internet ni redes sociales, ni siquiera los escucho.

P. Como archivista de personajes históricos extraños, en sus investigaciones ahonda en memorias olvidadas y difíciles de trazar. ¿Este ejercicio de memoria le ha hecho pensar alguna vez en cómo será el legado literario que dejará?

R. Mientras esté vivo, lo único que me preocupa es mi reputación ética, así que me importa aún menos qué dirán de mí después de muerto, cuando ya no esté aquí para enterarme. Sobre la gente del futuro, lo más probable es que mi "legado" sea el del tipo siempre enfadado con el pelo largo que escribió esos cómics oscuros y distópicos de superhéroes en los 80. Si no es eso, será algo parecido, y seguro que es lo primero se cuente en cualquier obituario.

Aunque tal vez subestime a los biógrafos y documentalistas del futuro, creo que, en el mejor de los casos, acabarán contando una versión exagerada y distorsionada de mi vida y obra, sin entender ni una cosa ni la otra. Me imagino que mi legado estará basado en invenciones y tonterías, como el de todo el mundo.

P. ¿Ha leído algo en los últimos meses que le haya emocionado?

R. He leído muchos libros excelentes y conmovedores últimamente, pero uno que realmente me ha tocado es Gaza Girl, de Hala, una joven palestina que, con una escritura tan clara como el agua, nos cuenta en su diario lo que le ha pasado a ella, a su familia, a sus amigos y a su pueblo durante 2024 y 2025.

"He leído muchos libros excelentes últimamente, pero uno que realmente me ha tocado es 'Gaza Girl', de Hala"

Mientras tanto, en Occidente nos hemos limitado a retorcernos las manos, mirar para otro lado y fingir indignación por el show de Bob Vylan en Glastonbury. Mi copia del libro, que creo que fue publicada aquí en Northampton, tiene muy pocos datos de contacto, pero en la contraportada hay un enlace a Ko-fi [una plataforma de crowdfunding y apoyo a creadores] para apoyar directamente a Hala con donaciones.

Hay una página de Facebook de Alan Moore que, aunque yo nunca he visitado, la mantienen mi hija Leah y mi amigo y asistente Joe Brown. Creo que allí también está el enlace de Ko-fi, y animaría a cualquiera que tenga corazón a que la visite y, si puede, le eche una mano a esta valiente joven escritora bombardeada y sitiada. Solo podemos arreglar este mundo tan grande con pequeños esfuerzos, poco a poco. Paz.

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