Gritos de celebración y hasta lágrimas en los rostros de los colombianos, en respuesta a el apretón de manos que simboliza el nuevo acuerdo por la paz. Un segundo intento entre el Gobierno y las FARC de dar con la fórmula para enterrar más de 50 años de conflicto: "Invito a todos los colombianos a que le demos una oportunidad a la paz con este nuevo acuerdo" ha dicho Juan Manuel Santos, el presidente del país.

Entre las modificaciones el nuevo documento endurece la lucha contra el narcotráfico y obligará a las FARC a indemnizar a sus víctimas con sus bienes. Sin embargo, el expresidente Uribe insiste en que el texto no es definitivo: "He pedido al presidente de la República que los textos que anuncian de La Habana no tengan alcance definitivo, que sean puestos en conocimiento de los voceros del no y de las víctimas".

Quieren, dicen los partidarios del no, estudiar un acuerdo que ya ha sido bautizado como el de la esperanza pero en el que se mantiene uno de los temas más discutidos: la entrada en política de la narcoguerrilla. Desde el Gobierno reconocen que esto no se ha podido negociar y Santos lo justifica: "La razón de ser de todos los procesos de paz en el mundo es precisamente que los guerrilleros dejen las armas y puedan hacer policía desde la legalidad".

Lo que se desconoce es cómo se materializará el acuerdo. De momento la idea de un segundo plebiscito no está en los planes del presidente Santos.