Las autoridades estadounidenses han prorrogado el estado de emergencia 24 horas más, pese a que no se han producido altercados desde el 10 de agosto.
Esta medida permite a la Policía del condado estar al cargo de la seguridad, reemplazando en esa tarea a los agentes locales, muy cuestionados por supuestas prácticas violentas y discriminatorias contra la mayoritaria población negra de la ciudad.
La Policía del condado, conjurada para evitar una nueva ola de disturbios como los que hicieron historia en 2014, ha sido muy cautelosa a la hora de vigilar y dispersar las protestas, en contraste con la fuerza, para muchos excesiva, que emplearon tanto los agentes locales como la Guardia Nacional el año pasado.
El tiroteo en el que el 9 de agosto resultó herido de gravedad otro joven negro por la Policía despertó los peores temores y la ciudad se preparó para impedir la vuelta de la violencia, los saqueos y los enfrentamientos entre agentes y manifestantes que marcaron las protestas raciales de 2014.
Sin embargo, desde el 10 de agosto por la noche no se han registrado incidentes ni arrestos, y la ciudad ha recuperado por completo la tranquilidad durante los últimos días.