Muchos secuestrados han pasado todo el secuestro escondidos durante días sin apenas comida ni agua. Se abrazan cansados, sin creerse todavía que hayan sobrevivido al asalto de la planta gasista de In Amenas. Algunos cuentan que salieron con banderas blancas para que el ejército argelino no les dispara.
En el improvisado hospital que pueden ver en las imágenes de campaña hay algunos heridos como un filipino que asegura: ”No recuerdo nada, fue muy rápido”. .Pero lo que nunca olvidarán son los cinturones explosivos que les obligaban a llevar. No a todos, un prisionero turco explica que se escondió en su cuarto cuando todo empezó y no salió hasta que dejó de oír tiros. "Estábamos escondidos, escuchándolo todo. Ellos nos salvaron así que sólo podemos estar agradecidos", cuenta.
Tras recibir las primeras curas, se suben a autobuses de vuelta a casa. Reconocen que son afortunados porque, en el complejo gasista, hay una treintena de trabajadores extranjeros que nadie sabe qué suerte han corrido.
Les han cercado unos tanques del ejército argelino pero la situación es complicada: hay varios terroristas atrincherados con rehenes e incluso un grupo de unos diez podrían estar en una de las salas de máquinas dispuestos a inmolarse.
Tal vez se consiga información del único secuestrador que el ejército dice haber capturado con vida. Algunos países, como Estados Unidos, han enviado personal especializado en negociar.
En su caso, les exigen por sus ciudadanos la liberación de dos yihadistas. Reino Unido, por su parte, ha mandado a miembros de sus cuerpos de operaciones especiales para que eviten episodios como el que desencadenó la intervención militar: los terroristas intentaron llevarse a los rehenes a otro lugar en varios todoterrenos y las tropas argelinas hicieron volar por los aires el convoy.