En el sur del Líbano, entre Marjayún y la frontera con Israel, 650 soldados españoles forman parte de la misión de paz de la ONU, conocida como Unifil. Equipados con los característicos cascos azules, estos soldados se encuentran en una encrucijada entre el ejército israelí y el grupo libanés Hizbulá. En medio del recrudecimiento de las hostilidades, pasan largas horas refugiados en búnkeres, a menudo avisados con escasos minutos de antelación de los bombardeos que se aproximan.
Desde 2006, las Fuerzas Armadas españolas han sido parte crucial de esta misión internacional. A pesar de los esfuerzos por mantener la paz y la estabilidad, la intensificación del conflicto ha dificultado su labor principal: patrullar la frontera, asistir a la población local y mediar entre ambas partes. "La situación en Líbano es absolutamente preocupante, es dramática", ha declarado la ministra de Defensa, Margarita Robles, resaltando el riesgo constante que enfrentan los soldados.
El general español Aroldo Lázaro, jefe de la misión Unifil desde 2022, ha reconocido la complejidad del entorno: "Trabajamos en un escenario muy difícil para alcanzar la paz". A lo largo de casi dos décadas de presencia española en Líbano, 16 compatriotas han perdido la vida en la misión, seis de ellos en 2007 por un atentado. Hoy, los soldados españoles viven en la incertidumbre, atrapados en una peligrosa y frustrante espera, mientras el conflicto continúa sin tregua.