Rodeado de mineros sonrientes, Trump firmaba la defunción de las políticas de energías limpias de Obama. El escenario elegido, para mayor recochineo: la Agencia de Protección Medioambiental. Arranca allí una nueva-vieja era de carbón, carbón y más carbón: "Esto pone fin a la guerra contra el carbón".

Con ella acaba también la guerra contra la contaminación, eso sí, Trump añade el adjetivo "limpio" cuando habla de carbón: "Vamos a tener carbón limpio, carbón muy limpio".

Pero repetirlo mucho, no lo convierte en verdad. "El carbón limpio no existe, Trump demuestra que es un dinosaurio", explica Pilar Marcos, portavoz de Greenpeace en España.

Trump pone fin a la moratoria sobre nuevas concesiones para explotación de carbón, evita que el cambio climático se tenga en cuenta en la toma de decisiones, elimina restricciones en carbón, petróleo y gas natural.

Estados Unidos es el segundo país del mundo con mayores emisiones de Co2. Es responsable del 14% de las emisiones mundiales, por detrás de China que expulsa el 29%. En tercer lugar, va el conjunto de la Unión Europea.

Que Estados Unidos cambie de sentido, podría ser la excusa perfecta para que otros hicieran lo mismo. Pero el cambio climático no espera y lo firmado por Donald Trump afecta al planeta de todos.