Ingrid Betancourt, la política colombiana que fue secuestrada durante más de seis años por las FARC, ha participado en el Management & Business Summit. ATRESMEDIA, a través de su área de negocio Atres Business vuelve a traer a Madrid, por segundo año consecutivo, este gran encuentro de directivos de las principales empresas españolas con destacados líderes internacionales que se ha convertido en un evento de referencia tras el gran éxito obtenido en la edición pasada.
Betancourt ha ofrecido una entrevista, realizada por la periodista de ‘Antena 3 Noticias’ Mónica Carrillo, en la que ha recordado algunos de los momentos más duros de su cautiverio. La colombiana ha compartido también, durante el encuentro, cómo comenzó en la política, así como su transformación personal tras su liberación.
¿Cómo decidió embarcarse en la política en Colombia?
Era una decisión de vida, al hacer política en Colombia sabía que asumía riesgos. Cuando empecé tenía muchas ilusiones y muchos sueños. Entré en un espacio muy violento.
¿Mereció la pena asumir el riesgo?
La historia del secuestro es una historia de frustración. Mi padre murió cuando yo estaba retenida. Mis hijos crecieron. Me perdí su adolescencia. Es una historia de mucho dolor, pero también es de transformación y de crecimiento. Lo que me ayudó en todo este proceso fue una conversación que tuve con mi padre en los primeros años de mi vida en la política.
¿Cuáles fueron los retos que tuvo que afrontar durante el cautiverio?
Hubo retos físicos por el lugar. La naturaleza es agresiva. Pero el mayor temor fue la maldad humana. Estar sometida a un sistema en el que el ser humano se deshumaniza con un trato humillante, frente a nuestra fragilidad.
¿Cómo era la relación con sus compañeros?
Fueron duras y complejas. Algunas relaciones se iban degradando. Hay algo en el ser humano muy perverso que cuando siente que tiene una posición superior se desata en él una violencia.
¿De dónde sacó la fuerza para mantener el equilibrio mental?
Se agarra uno a todo. Primero busca el amor de los que una ama. Pensaba en mis hijos, tenía que aguantar porque tenía que volver a casa.
Sobre las imágenes que envió la FARC para mostrar su supervivencia…
Yo estaba muy enferma, me habían negado la medicación y me estaba muriendo. Al pedirles pruebas de mi supervivencia, les tocó revivirme. Yo no quería que mis hijos me vieran así. Hice el pacto de, en vez de grabar un vídeo, escribir una carta, que era como mi testamento.
No arrojó la toalla, ni renunció a sus intentos de huida…
Todo el tiempo, si no me hubieran rescatado… habría muerto en el intento o seguiría intentándolo. Yo pensaba que tenía el derecho y el deber de escaparme. No aceptar el secuestro.
¿Hay algo positivo que pueda sacar de todo esto?
Lo que descubrí de la humanidad es que siempre hay un espacio de luz, aún en la persona que nosotros consideramos enemigos. El reto de cada uno es encontrar la luz en esa persona con la que no tenemos nada que ver. Cuando encontramos eso, hay una liberación y podemos ser más fuertes que nuestros instintos o emociones. Nos lleva a ser más grandes que el odio.
¿Habla de perdón?
Es diferente. Buscar la luz es no rechazar el diálogo. El perdón es una etapa anterior que no necesariamente es tan generosa como la búsqueda de la luz en el otro. Os voy a confesar que siempre logré tener un arma junto a mí. No la usaba pero lo tenía. Cuando aquel comandante me grababa, sentí la necesidad física de matarlo, pero sentí también que si lo hacía, quedaría atada a ese ser humano de por vida. Porque su muerte me transformaría en lo que yo no quería ser: uno de ellos, un ser de venganza, de odio y de violencia.
¿Cómo afrontó la liberación?
Fue un día muy difícil para nosotros. Nos habían avisado de que venía una comisión europea. Cuando les vimos, sentimos que era un engaño, ya no nos fiábamos. Pensamos que nos iban a matar. En el helicóptero, un comandante nos informó de que eran del ejército de Colombia y que estábamos libres.
¿Cómo es Ingrid Betancourt en la actualidad?
La esencia sigue siendo la misma. Soy una persona muy creyente. Mucho más que antes. Estudio teología para tratar de entender lo que me sucedió. Encuentro respuestas que para mí son válidas.
¿Está el pueblo Colombia preparado para entenderse?
Hemos recorrido un gran camino. El debate es en sí ya una apertura. Tenemos que permitirnos tener confianza.
Betancourt finalizó su participación en el MABS con una reflexión sobre la libertad: “Creo que la verdadera libertad es espiritual, es la que cada uno de nosotros tenemos en nuestro espacio íntimo. Escoger quiénes queremos ser, la visión que tenemos de nosotros mismo, que no dependen de lo que crean los demás. Así podremos ser libres en cada minuto de nuestra vida, en cada decisión, acorde con nuestros principios”.
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