Seguramente te habrás encontrado alguna vez con una lata de conserva que tiene la tapa u otra parte abombada. A simple vista puede parecer un detalle insignificante pero es aconsejable desechar el contenido de ese envase ya que es probable que contenga Clostridium botulinum.

Se trata de una bacteria que produce la toxina botulínica, utilizada para producir bótox, y que es muy peligrosa por su alta toxicidad (produce parálisis por eso se utiliza, diluida, para producir bótox). A pesar de que las latas de conserva están selladas y no contienen oxígeno, esta bacteria es capaz de sobrevivir a ambientes anoxigénicos y muchas veces produce gases en el interior que acaban provocando la deformación de las latas.

Por este motivo, la OCU aconseja no consumir conservas con la tapa hinchada, aquellas que emitan olores raros cuando se abran o las que el producto salga disparado de la lata al abrirla.

El botulismo puede causar la muerte

La toxina botulínica es de las más tóxicas que se conocen y está causada por la bacteria Clostridium botulinum, que produce esporas muy resistentes. El botulismo puede causar parálisis y, según la cantidad de toxina ingerida, puede ser mortal en muchos casos.

Los síntomas de esta infección aparecen entre 12 y 36 horas después de ingerir las toxinas y entre ellos se encuentra debilidad, vértigos, sensación de parálisis, vómitos, dificultad para respirar, hinchazón abdominal, estreñimiento o diarrea.

También hay algunos síntomas que aparecen más tarde como dificultades en la visión, para tragar, para hablar correctamente y sequedad bucal.

Posibles causas de su aparición en conservas

La toxina botulínica puede aparecer en latas de conserva que estén mal preparadas debido a que han sido sometidas a un tratamiento térmico incorrecto. Normalmente se aplica calor suficiente a los alimentos para matar a esta bacteria, pero en algunos casos puede sobrevivir por una mala aplicación del calor.