El sueño de Inma Moreno es poder emanciparse de casa de su madre, pero a sus 25 años, trabaja dos horas en un comedor escolar y tiene una beca que le aportan al mes poco más de 500 euros. El acceso a un alquiler, para ella, es inviable.

"No me da para independizarme, un alquiler supera los 400 euros y si tengo que pagar luz, agua y comida no se puede", asegura Inma.

Porque como Inma, emanciparse para los menores de 30 años cada vez es más complicado y ocho de cada diez se ven obligados a vivir con sus padres. Sólo el 19,4% vive fuera de la casa familiar, y a pesar del repunte del empleo.

"No hay una creación de empleo real, donde antes había un puesto ahora hay temporales", sostiene Víctor Reloba, vicepresidente del Consejo de la Juventud.

Todo esto se traduce en sueldos bajos y si se une a la burbuja del alquiler el sueño de volar del nido se esfuma. "A más demanda, efectivamente, hay menos oferta, por eso los precios son más altos", explica Iker Elordiu, de Inmobiliaria Quórum Bilbao.

Teniendo en cuenta que el alquiler medio en España está en 767 euros al mes, un joven que quiera arrendar tendría que destinar el 85,4% de sus ingresos únicamente a pagar la mensualidad. Es un 14% más que hace un año. Con un endeudamiento recomendado para gastos de vivienda en torno al 30%, el precio del alquiler no debería ser superior a 269 euros.

Así, cobra fuerza últimamente compartir piso entre varios para poder abandonar la casa familiar. Una realidad más difícil todavía para los jóvenes de Andalucía, Asturias o Murcia.