George Soros, el multimillonario que, según los líderes conservadores, controla el mundo, se retira. Acusado de mover los hilos de la sociedad en la sombra y enemigo de hombres como Vladimir Putin, Viktor Orban o Donald Trump, Soros entrega el poder de su imperio a su hijo Alexander.
Soros es famoso por hacer quebrar la libra hace 30 años, pasando a ser después un filántropo que invierte en causas sociales de todo el mundo. Para lograrlo, cuenta con una red de sociedades con 25.000 millones de dólares.
Alexander, de 37 años, tiene un pensamiento político similar al de su padre, aunque ya ha avisado en entrevistas que es todavía más político que su padre. Además, a Alexander le apasiona fotografiarse con líderes liberales y socialdemócratas del mundo, incluso con Pedro Sánchez.
Alex -como todo el mundo lo conoce- se define como un pensador de centroizquierda muy consciente de la riqueza que posee, pero no es casualidad que la primera entrevista que concede sea al Wall Street Journal, el diario representante del "establishment" financiero estadounidense.
"Nuestro lado tiene que mejorar en lo de ser más patriótico e inclusivo. No porque alguien vote a Trump significa que es racista o es un caso perdido", señaló Alexander Soros en la entrevista.
La fundación que hasta ahora ha presidido, Open Society Foundation, ha demostrado además su interés por un mayor compromiso con América Latina, y ha elevado de 12 a 60 millones su inversión anual en el continente, con un marcado interés en apoyar el acuerdo de paz en Colombia.
Otra diferencia con su padre es su identidad judía: Si para George Soros era casi accidental -y su fundación no se distinguió por apoyar causas judías-, Alex celebra las festividades hebreas y ha visitado Israel en varias ocasiones. Su tesis doctoral universitaria llevaba por título: 'El Dionisos judío: Heine, Nietzsche y la política de la literatura'.
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