El Mallorca ha vuelto a Primera División seis años después y ha desatado, a pie de campo y nada más consumarse el ascenso, la euforia de miles de aficionados en una noche calurosa y mágica, teñida con los colores rojo y negro de la centenaria entidad balear, que ha celebrado el segundo ascenso seguido.

El equipo balear celebra por todo lo alto su regreso a la máxima categoría, sellado tras su increíble remontada ante el Deportivo de la Coruña (3-0) y después de una turbulenta trayectoria en Segunda y Segunda B.

En dos años, los bermellones ha pasado del fútbol de bronce y de plata al de oro sin escalas intermedias, sustentado por un bloque de futbolistas fieles al estilo de su entrenador, Vicente Moreno, y que fue prácticamente el mismo, que la pasada temporada ascendió a Segunda.

Esa fue, precisamente, una de las claves del ansiado retorno a Primera, una categoría que el Mallorca perdió en 2013 tras militar en ella quince años consecutivos, los más gloriosos de la historia del club con una Copa del Rey, una Supercopa, la final de la Recopa de Europa y su participación en la Liga de Campeones.

Tras superar la tragedia que supuso para el mallorquinismo el descenso a Segunda B hace dos años, los propietarios estadounidenses encabezados por el empresario Roberts Sarver, ex propietario de la Phoenix Suns de la NBA, mantuvieron la confianza en el abogado suizo Maheta Molango la tarea de devolver a la entidad al fútbol profesional.

Junto con el director deportivo Javier Recio, que había desempeñado ese mismo cargo en el RCD Espanyol, Molango tomó una primera decisión determinante en momentos de crisis y desolación entre los aficionados. Contrató a Vicente Moreno, que procedía del Nàstic de Tarragona, para enderezar el rumbo de un equipo que navegaba sin rumbo.

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