10:00 de la mañana. Los jugadores del Oporto están convocados en su centro de entrenamiento. Arranca la sesión. A la media hora, Iker Casillas se queja de un fuerte dolor en el pecho.

Se interrumpe el entrenamiento. Rápidamente, el equipo médico del Oporto decide llevar a Casillas al hospital, un trayecto de 25 kilómetros, unos 20 minutos en coche en el que Iker no pierde la consciencia en ningún momento.

Una vez en el hospital, le diagnostican una obstrucción vascular. Ha sufrido un infarto agudo de miocardio. Tienen que intervenirle inmediatamente, le realizan un cateterismo. Insertan un tubo perforado en el vaso sanguíneo para prevenir e impedir que la arteria se vuelva a cerrar.

La operación duró algo más de media hora. La inmediatez del equipo médico del Porto fue clave. Ahora, Casillas está fuera de peligro.

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