Sonrisas y lágrimas para dos de los franceses del Barça. Sonrisas, las de Ousmane Dembélé; lágrimas, las de Antoine Griezmann. Y es que mientras uno disfrutó a lo grande ante el Sevilla en el nuevo sistema planteado por Ronald Koeman, el otro no solo empezó desde el banquillo el envite sino que ni tuvo minutos de participación en el Sánchez-Pizjuán.

Porque Koeman sorprendió a todos con una táctica diferente a la habitual. Con un dibujo más parecido al del Atlético de Diego Simeone, con tres centrales y dos laterales largos, con, eso sí, dos delanteros pequeños. O dos 'falsos 9' como eran Messi y Dembélé.

Y el francés se lo pasó en grande. Moviéndose con libertad por el ataque mientras Messi flotaba más por detrás, el galo fue el más destacado en un primer acto en el que aunque apenas hubo ocasiones era el Barça quien mandaba territorialmente.

En una de esas, Messi hizo lo que a buen seguro Koeman le dijo que hiciera. El argentino abrió hueco en la defensa del Sevilla para que Dembélé entrara como una bala y definiera ante Bono un gran pase de De Jong. El boquete en la zaga del equipo de Lopetegui fue total.

No fue la única que tuvo en el duelo, pues hizo otro buen roto a la defensa del Sevilla que casi acaba en gol de Messi. Al argentino se le fue arriba una de esas ocasiones que no suele fallar.

Mientras, Griezmann lo veía todo con calma. Desde el banquillo, sin calentar mientras otros como Braithwaite sí correteaban por fuera de la banda, Antoine miraba cómo los suyos, sin él, daban cuenta de un rival como el Sevilla.

Ni tan siquiera la lesión de Pedri le hizo entrar al verde, pues Koeman dio paso a un chaval de 18 años como Ilaix Moriba.

De nuevo, Antoine está en el ojo del huracán tras un partido en el que ni salió de inicio ni calentó. Y enfrente estaba un Sevilla, uno ante el que Koeman probó un 3-5-2 sin Griezmann... que le ha salido bien.