Cuatro partidos de La Liga después, Cristiano Ronaldo se ha soltado las cadenas que lo reprimían. Se ha liberado de la presión que sentía, de la ansiedad producto de la sequía que alargaba en Liga desde la pasada temporada. La responsabilidad del ‘7’ es tal que ni su acierto en Champions League – cuatro dianas en 180 minutos – compensaba la falta de gol que acumulaba en el campeonato doméstico. Contra el Getafe logró quitarse la espinita que tenía al marcar el tanto que dio la victoria al Real Madrid en el Coliseum Alfonso Pérez.
Ni contra el Real Betis ni contra el RCD Espanyol en el Santiago Bernabéu pudo ver portería rival. Tampoco contra el Deportivo Alavés en Mendizorroza. Ha tenido que ser en el cuarto intento cuando el portugués se dio cita con el gol. Y no ha sido nada fácil pues, entre disparos a portería y fuera de ella, ha necesitado un total de 23 remates para cantar la ansiada diana que atormentaba su cabeza.
Su mayor producción ofensiva se produjo contra el Real Betis, un partido en el que Cristiano Ronaldo no tuvo la puntería bien definida. Remató en dos ocasiones al marco defendido por Adán mientras que chutó hasta en cinco ocasiones fuera de palos. Más cerca del gol estuvo contra el Alavés, contra el que estrelló dos balones contra la madera. En Getafe llegó, por fin, el grito que tanto necesitaba compartir.
Cristiano, así, empieza un nuevo camino en el que esperar cantar muchos más goles. La sanción en Supercopa de España por el empujón al árbitro así como la personal pretemporada que realizó tras incorporarse más tarde al grupo por participar en la Copa Confederaciones han impedido ver la mejor versión del luso, con un menor ritmo de competición que el resto de sus compañeros.