Expectación máxima la que había en el Camp Nou. Uno que presentó, en este mes de agosto, una gran entrada. Que vio cómo en sus gradas había una hinchada entregada. Una hinchada ilusionada tras un verano repleto de fichajes, de gasto, de palancas y de la duda sobre si se podrían inscribir o no a todos los fichajes.

Se pudo. Se pudo a todos menos a uno. Menos a Koundé. A Lewandowski, el gran 'motivador' del barcelonismo, sí se le pudo inscribir. Él fue la punta de lanza ante el Rayo. Y el polaco marcar, lo que se dice marcar, marcó. En fuera de juego. Pero lo hizo. Con una gran definición. Con la ocasión más clara, sin serlo, que tuvo el Barça en la primera mitad.

Porque el atasco era importante. El balón era suyo, pero nada más. Porque las ocasiones no. No hubo muchas. La más clara, para el Rayo. Fue de Álvaro, que se la jugó ante Ter Stegen cuando lo más sencillo era el pase atrás para Camello.

El delantero, ex del Atlético, fue el animador de los de Iraola en el primer acto. En el Barça, Raphinha lo intentó pero nada. Con la pretemporada todavía en la memoria de los culés, el primer acto no fue lo que sí fue el verano de los azulgranas.

Quién iba a pensar que todo cambió, en cuanto a fútbol, cuando entró Frenkie de Jong. El defenestrado, el que quieren que se marche. El neerlandés, que entró por un desaparecido Gavi, cogió la manija del balón y Ansu Fati puso las ocasiones. Eso activó a la grada, pero nada.

Otro gol anulado, en esta ocasión a Kessie. El mediocentro acabó más que cojo el encuentro, uno que no terminó un Sergio Busquets que se fue expulsado por doble amarilla.

Desde vestuarios vio cómo Ter Stegen volvía, como en el primer acto, a ser el héroe del encuentro en una jugada que terminó en gol de Falcao. En gol anulado por fuera de juego.

Comienzo con un punto y cero goles para un Barça que no activó la palanca que debía activar ante un Rayo que sale con un empate del Camp Nou. Los azulgranas, de la ilusión a la frustración en su debut en LaLiga.