Del cielo al infierno sin pasar por el purgatorio. Así fue el final de la carrera profesional del ciclista Lance Armstrong, que vio como le despojaban de sus siete Tours de Francia tras ser acusado de dopaje.

El texano admitió su "gran mentira" en 2013, confesando que se había consumido sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento sobre la bicicleta.

Ahora, Jean-Pierre Verdy, jefe de la Agencia Antidopaje Francesa de 2006 a 2015, ha asegurado en su nuevo libro 'Dopage: Ma guerre contre les tricheurs' (Dopaje: mi guerra contra los tramposos) que Armstrong no solo se sirvió de dopaje químico, sino que también recurrió al mecánico.

En concreto, Verdy acusa al exciclista de haber portado un motor durante su participación en el Tour de Francia dada su pasmosa superioridad sobre el resto del pelotón, incluso teniendo en cuenta el consumo de EPO.

"Lance Armstrong es la mejor estafa. Con complicidad a todos los niveles. Recibió un trato especial. Muchos me dijeron que no debía abordar las leyendas, que me iba a encontrar solo. Pero si las leyendas se sustentan en algo... también creo que tenía un motor en la bicicleta. Todavía tengo las imágenes en la cabeza de una etapa de montaña donde dejó a todo el mundo en el suelo. Al final de la etapa, llamo a todos los especialistas que conozco y no entienden cómo es posible su rendimiento, incluso con EPO. Algo andaba mal y todos los especialistas me decían lo mismo. Sin embargo, eran personas del medio, quienes conocían bien la carrera. No fue la EPO la que marcó la diferencia", ha señalado en 'Le Parisien'.

Sea como fuere, la vida de Lance Armstrong ha estado marcada por una continúa montaña rusa emocional que le permitió tocar el cielo en los Campos Elíseos tras superar un cáncer de testículo años atrás, pero con el cartel posterior de tramposo y farsante.