Las cenizas de Lucía Bosé, fallecida en marzo de 2020, ya descansan en el cementerio del pequeño pueblo segoviano de Brieva, donde la actriz vivió los últimos veinte años de su vida en su emblemática Casa Azul. Su vivienda, además, será convertida en un alojamiento rural.

Por respeto a la voluntad de la fallecida, un pequeño grupo de familiares y amigos, entre ellos su hija Paola Dominguín, celebraron ayer en el cementerio del pueblo el discreto entierro de las cenizas de Bosé en una tumba pintada con su característico color azul.

"Ayer la enterramos y ahora siempre estará entre sus vecinos, que es lo que ella deseaba", ha comentado Pilar Martín, la alcaldesa de este pueblo, que "competía" con ciudades como Milán, desde donde se ofreció la posibilidad de enterrarla en un panteón junto a otras personalidades de la cultura.

"Ella sabía que, con sus vecinos aquí, no le iban a faltar en su tumba las flores blancas que a ella tanto le gustaban", ha señalado la regidora sobre la modelo y actriz, madre del cantante Miguel Bosé, y para Brieva una vecina "muy querida" por todos.

Además de sus restos, el pueblo conservará como legado de la artista su pintoresca Casa Azul, que ha sido adquirida por unos particulares para convertirla en un alojamiento rural, según ha informado en su página web el portal inmobiliario Idealista.