'La invasión de la cochambre'

Sonó fatal, no hubo seguridad y los llamaron 'cochambre': 50 años del primer gran festival de rock en España, contado por quienes lo vivieron

Los detalles En 1975, con Franco aún vivo, 4.000 jóvenes se reunieron en la plaza de toros de Burgos para escuchar rock y desafiar a la dictadura. Medio siglo después, los asistentes recuerdan aquel día como una mezcla de caos, libertad y nacimiento de una escena.

Sonó fatal, no hubo seguridad y los llamaron 'cochambre': 50 años del primer gran festival de rock en España, contado por quienes lo vivieron
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Julio de 1975. Franco todavía firma sentencias de muerte. El derecho de reunión está restringido. La policía secreta vigila las esquinas. Y, sin embargo, en Burgos —sí, en Burgos— se organiza algo insólito: un festival de música rock que reúne a unos 4.000 jóvenes venidos de todos los rincones del país.

Fue uno de los primeros festivales de este tipo en España, y la prensa del régimen no tardó en reaccionar con desprecio. 'La invasión de la cochambre', tituló La Voz de Castilla, refiriéndose a la llegada masiva de melenudos, hippies, jipis, peludos… en definitiva, jóvenes con ganas de sacudirse la grisura de la dictadura a golpe de guitarra.

No había nada… salvo ganas de hacer ruido

No había promotores profesionales. Ni técnicos de sonido. Ni empresas de escenarios. Ni seguridad. Tampoco cobertura mediática real. Solo había una plaza de toros, una improvisación épica y 15 horas de música sin parar. A base de hogazas de pan con chorizo, amplificadores a punto de reventar y mucha ilusión.

"Sonó fatal", confiesa el periodista musical Diego A. Manrique, que estuvo allí. "No había costumbre de sonorizar. Todo era nuevo. Fue marciano que eso ocurriera en una ciudad que no estaba abierta a este tipo de propuestas".

Sobre el escenario, grupos como Triana, que por entonces empezaban a hacerse un nombre, y otros como Burning, que protagonizaron uno de los momentos más tensos del día. Durante una performance, los grises —la policía del régimen— estuvieron a punto de entrar a la fuerza en la plaza. El alcalde, presente en el evento, dio la orden de cortar el sonido para evitar el escándalo.

Llamarles 'cochambre'… fue un honor

"A mí que me llamaran cochambre me encantaba", cuenta Miguel Ángel Mendo, uno de los asistentes, con una sonrisa. Aquella etiqueta despectiva acabó convirtiéndose en símbolo de resistencia, en un nombre propio para una generación que quería romper con todo.

Porque más allá de la música, aquel festival fue un acto de libertad. En un país en blanco y negro, los colores del rock eran casi revolucionarios. No fue un éxito económico. Pero sí un hito cultural.