Mayo es el mes de los madrileños, sobre todo por su fiestas patronales en honor a San IsidroLabrador, el lunes 15 de mayo. Entre comidas, verbenas y romerías, los dulces nunca faltan en las mesas de los ciudadanos y son las rosquillas junto con los típicos barquillos los postres predilectos de quienes quieren disfrutar al completo la festividad. Otros postres como los azucarillos, los manolitos, las chatitas o bartolillos son también postres típicos de la capital, aunque la rosquillas y los barquillos se llevan la palma de la repostería madrileña y se han convertido en los postres más populares por estas fechas.

Sea cual sea tu plan para este fin de semana, con una rica limonada y unos dulces de San Isidro todo sabe a primavera. No hace falta ponerse el mantón de manila ni los chalecos típicos de chulapo para disfrutar del espíritu de la fiesta madrileña. Tampoco hace falta saber bailar el chotis, ni ser gato gato (es decir tener, abuelos y padres madrileños). Basta con ir a la Pradera de San Isidro junto con tus amigos o familiares y tomarse allí una típica limonada de San Isidro, elaborada con una base de vino, limón, azúcar y fruta troceada; junto con unas buenas rosquillas ya sean tontas listas o las de Santa Clara o unos riquísimos barquillos. Aquí os contamos todo lo que debéis sobre estos postres típicos y su origen.

Las rosquillas del Santo

Todo el mundo las conoce: las famosas rosquillas del Santo, protagonistas gastronómicas de esta festividad. Existen muchos tipos, pero las tradicionales son las 'tontas', que no llevan glaseado; las 'listas', bañadas en azúcar y limón; las 'francesas', con azúcar glaseado y almendras partidas; y por último, las de Santa Clara a las que se les ha añadido un jarabe de clara de huevo por encima, según explica Europa Press. Si eres de las personas que no diferencia cual es cuál decirte que las blancas son las de Santa Clara y las amarillas son las 'listas'. Con las 'tontas' y las 'francesas' no hay confusión porque las primeras carecen de recubrimiento y las últimas están llenas de almendra y azúcar glas. Existe una última opción, las rosquillas madrileñas, más blandas que el resto y recubiertas de azúcar para los más golosos.

Según las declaraciones del pastelero Jonathan Yagüe a Europa Press, en 2022 se presentó una novedad para San Isidro, las rosquillas de año santo, con cobertura de chocolate y almendras. Las más demandadas según el repostero suelen ser las 'listas', luego las de Santa clara, las 'francesas' y por último las 'tontas'. No obstante, considera que las nuevas de chocolate van a ganar posiciones y se situarán muy cerca de las 'listas'.

¿Cuál es el origen de las rosquillas de San Isidro?

Su origen se remonta a la Edad Media pero su fama en la capital se lo debe a una tal 'tía Javiera' que puso de moda estos dulces por la Pradera de San Isidro. No se acierta con su procedencia, aunque se piensa que esta mujer llegaba de Fuenlabrada o de Villarejo de Salvanés, lugares de tradición rosquillera, y que en el siglo XIX empezó vender sus dulces debido a la celebración de la romería en Madrid. Parece que debieron encantarle a la población madrileña porque, desde entonces, se empezaron a comercializar por todos los obradores de la ciudad en estas fechas.

Fotografía de las famosas rosquillas de San Isidro

Los barquillos típicos de Madrid

Existen de todos los tamaños y formas. Algunos tienen figura de cono como los barquillos de los helados, otros pueden tener forma de bastón, e incluso muchos otros pueden contar con una forma de sándwich. Estos últimos no tienen forma cilíndrica como los anteriores sino que estas deliciosas laminas de harina, agua, azúcar o miel se encuentran plegadas sobre sí mismas en forma de bocadillo. Los barquillo, por otra parte son un típico postre de la ciudad madrileña y hasta cuentan con su propia profesión: los barquilleros. Hoy en día solo queda un obrador en Madrid, el de Julián Cañas que lleva ya cuatro generaciones en la capital, según explica 'El País.

En San Isidro es muy típica la consumición de este tipo de postres y eso debe sobre todo a su popularidad en el siglo XIX y a comienzos del XX, gracias a los barquilleros que vendían este producto en las calles de Madrid. Una de la principales figuras del barquillero madrileño era el que llevaba una barquillera, la maquina utilizada para hacer barquillos con una ruleta en la que los compradores podían probar suerte. Vestidos con los trajes tradicionales de chulapo, llevaban una cesta con una ruleta donde se depositaban los barquillos y en la parte superior se encontraba una ruleta con la que se podía jugar El Calvo. Si se ganaba te llevabas un barquillo, en cambio si perdías o caías en El Calvo perdías tu dinero.

Bajo el los cánticos de "¡Barquillos de canela para el nene y la nena! ¡Barquillos de coco que valen poco! ¡Barquillos de canela y miel, que son buenos para la piel! ¡Barquillos de vainilla, que maravilla!", los barquilleros sacaban su producto a la calle con miles de formas y sabores. Esta mezcla de harina, azúcar, un poco de aceite, agua, esencia de canela o vainilla y coco rallado puede estar endulzado, aunque uno de los más populares es el de chocolate.