En Quintanilla de Riofresno, un pequeño pueblo burgalés, sus nueve únicos vecinos, cuentan lo poco que falta para conseguir su objetivo: restaurar el retablo de su iglesia. "Tengo la ilusión, es mi pueblo y quiero que lo arreglen", comenta Hilarino Alcalde, vecino del pueblo.

400 años de historia pasan factura, incluso a San Román: "Desde ataque de xilófagos que se comen la madera, pérdidas de color, ceras de las velas... los refrotes de alguien que haya limpiado un poco fuerte", comenta J. Roberto Castro, el alcalde.

Para su restauración necesitan 30.000 euros, y desde hace meses, los buscan como haga falta para evitar que la talla se siga deteriorando. "Cada uno ha aportado lo que buenamente le ha venido bien", asegura Alfredo Núñez, vecino.

Vendiendo papeletas en Navidad, con un belén solidario o través de la campaña de micromecenazgo con la que se han viralizado en las redes. Ya han conseguido 24.000 euros pero les queda la parte más difícil: "Al principio parece que todo el mundo da pero luego, se va aflojando se va aflojando y ya lo último es lo que cuesta. Los últimos dineros", dice Dolores Castilla, una vecina.

El último empujón para conservar una obra con historia. Su escultor, Juan de Esparza, vagó por varios pueblos de la provincia de Burgos ofreciendo sus servicios para pagar así las deudas que había contraído, cuentan, por la mala vida que llevó.

Ahora, 444 años después, están convencidos de que todo el esfuerzo, antes de que el tiempo borre parte de la historia de Quintanilla de Riofresno.