A Coruña fue la primera ciudad en reconocer un matrimonio homosexual, aunque las autoridades no se dieron cuenta de que lo hacían. Marcela y Elisa unieron sus vidas ante la Iglesia en 1901, gracias a que la segunda se hizo pasar por un hombre, Mario.
El Ayuntamiento de la ciudad quiere homenajear a estas dos pioneras y dedicarles una calle como "reconocimiento a sus identidades sexuales". La propuesta llega desde el partido gobernante, Marea Atlántica, y será aprobada en pleno gracias al apoyo del resto de partidos de izquierda.
Marcela y Elisa se enamoraron en la aldea de Dumbría e incluso convivieron juntas antes de casarse sin llamar la atención. Eran profesoras, los sueldos eran muy bajos y en aquella época era normal que las maestras se juntaran para poder salir adelante.
Marcela se quedó embarazada y Elisa decidió llevarla al altar. Para eso se inventó una identidad. Pasó a llamarse Mario Sánchez, católico convertido, recién llegado del Reino Unido. El cura, encantado de ganar un adepto a la causa, no tuvo problemas en bautizarlo primero y casarlos después.
El matrimonio decidió permanecer en Dumbría y esa fue su perdición. La farsa se descubrió un mes después de la boda y empezó el calvario de las dos amantes. Elisa escapó de un linchamiento público y tuvo que someterse a un examen médico.
Las dos huyeron con el niño, primero a Portugal y después a Argentina. Allí se pierde su historia, una historia que el ensayista Narciso de Gabriel, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación, ha trasladado al libro Elisa y Marcela: Más allá de los hombres, publicado en 2010. Antón Reixa se hizo con los derechos de la novela para que Isabel Coixet la lleve al cine.
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