Imaginen un 'Jardín de las Delicias' del siglo XXI. Esto es lo que han hecho una quincena de artistas, "traer al tiempo actual uno de los cuadros más icónicos y conocidos en el mundo", tal y como afirma Óscar Hormigos, director de Desarrollo de la colección Solo.

Quizás en la actualidad el tríptico no sería un óleo sobre paneles de roble, ni estaría expuesto en El Prado, sino que podría ser una animación para compartir en redes sociales. Y además de colores, la obra tendría sonido: "No he puesto los compases de la partitura consecutivos, sino que he escogido los que más me interesaban y los he desordenado, pero manteniendo la armonía y la atmósfera renacentista flamenca de la época de El Bosco", señala Enrique del Castillo, músico y artista sonoro.

Además, la inteligencia artificial podría ofrecer infinitas versiones de su obra, o podría ser un videojuego protagonizado solo por mujeres. Las escenas eróticas dejarían de ser pecado, porque en el siglo XXI el origen del mundo ya no es obra de Dios, sino una cadena de ADN que dibujan 30 acróbatas suspendidos en el aire.

En la actualidad, el infierno es la ausencia de salud mental: "Es la locura, cuando la cabeza está partida, cuando tu cerebro no engancha", expresa Carlus Padrissa, coordinador de 'La Fura dels Baus'.

Tampoco nuestros pecados son los de hace 500 años. Hoy vivimos pendientes de las redes sociales en una sociedad videovigilada, contaminando más de la cuenta.

En el 'Jardín de las Delicias', El Bosco quiso poner al ser humano frente a un espejo, mostrarle sus debilidades y sus pecados. Ahora, la reinterpretación del tríptico hace lo mismo, pero con el ser humano del siglo XXI. Un mundo cargado de símbolos contemporáneos, donde los árboles, en vez de frutos, dan productos procesados. Además, también aparece la ludopatía y la adicción a los antidepresivos.

Así se ve la sociedad de nuestra época frente a un espejo, al igual que El Bosco quiso reflejar la del siglo XVI, bajo la mirada perpleja de un grupo de animales que intentan entender al ser humano.