El primer actor se llamaba Tespis. Vivió en la Antigua Grecia hace más de 2.000 años. Inauguró una profesión que gracias al teatro ha perdurado durante siglos.
Pero a finales del siglo XIX, un aparato lo cambió todo. Los hermanos Lumière inventaron el cinematógrafo. El primer cortometraje fue 'El regador regado'. François Clerc, jardinero de los Lumière, cobró por trabajar en la cinta. Fue un actor improvisado, pero abrió el camino.
El cine mudo dejó paso al sonoro. Muchos actores se quedaron por el camino. No fueron capaces de adaptarse. Los que sí vivieron los años dorados de Hollywood. Habían sobrevivido a dos cambios que hicieron tambalear su oficio, pero lograron adaptarse.
Con el avance de la tecnología la frontera entre lo imaginable y lo posible se hacía más pequeña. 'Tron' fue la primera película con efectos digitales, pero los actores se sentían perdidos. Tenían que imaginar casi todo lo que ocurría a su alrededor. Nada era real.
El siglo XXI trajo consigo enormes pantallas verdes que daban lugar a escenarios imaginarios, incluso a personajes imaginarios. El actor era lo único real en un universo digital hasta ahora.
Hoy, la tecnología permite resucitar a actores que llevaban décadas muertos y a rejuvenecer a otros. No tienen ni que estar físicamente. Sólo necesitan una sala diáfana, un traje especial y una cámara apuntando a su cara. Muchos actores reconocidos actúan ya dentro de un mundo digital. Siguen adaptándose. Lo que cambia es el medio pero su esencia sigue inalterable.
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