“Cometer un error en este terreno puede destruir los últimos 100 años de éxitos”. Y lo cierto es que desde que Edward Jenner, a finales del siglo XVIII, utilizó la viruela bovina que contenían las ampollas de las ubres de las vacas para crear una vacuna para la enfermedad humana y ayudó a ponerle nombre al invento, los logros son muchos.

En 1980, casi dos siglos después de los experimentos de Jenner, la viruela fue erradicada del planeta de forma oficial. Y ahí acabó la historia de este mal, una infección grave que provocaba fiebre, erupciones y bultos por todo el cuerpo y con una tasa elevada de mortalidad.

El fin de la polio está muy cerca. En 2016 se registraron 42 casos de esta enfermedad en todo el mundo, localizados en cuatro países: Pakistán, Afganistán, Laos y Nigeria. Europa, América y la región del Pacífico han sido declaradas ya zonas libres de polio, un logro que solo se desbloquea después de tres años sin casos registrados.

Así, la humanidad está a un empujón -si no baja la guardia- de eliminar de la faz de la tierra, literalmente, una enfermedad que a principios del siglo XX tenía atemorizada a la población y que afecta sobre todo a niños. El virus provoca fiebre, cansancio, cefalea, vómitos, rigidez y dolores en los miembros. En algunos casos, además, causa parálisis y deriva en deformaciones, que dieron lugar a imágenes que quedaron marcadas en la mente de aquellos que convivieron con ella.

Como otra imagen, la de los llamados pulmones de acero, unas cápsulas de metal que se utilizaron para tratar los casos más graves, aquellos en los que la parálisis había afectado también a los músculos encargados de poner en marcha la respiración. Introducían a cada paciente dentro de un aparato, de forma hermética, con solo cabeza y cuello en el exterior, y, a través de lo que se llamó presión negativa, conseguían que sus pulmones pudieran inspirar y espirar.

Con esa crisis sanitaria como contexto, Jonas Salk creó la primera vacuna contra la enfermedad y renunció a su patente. Hace poco más de 60 años que se empezó a utilizar. Poco después, Albert Bruce Sabin desarrolló la versión oral, clave para alcanzar a millones de niños en todo el mundo, gracias a su facilidad de administración.

Ellos dos son algunos de los muchos hombres y mujeres que han contribuido, desde las primeras inoculaciones, a levantar un escudo preventivo frente a decenas de enfermedades. Muchos de ellos las habían vivido de cerca, como Camille Guerin, que había visto como su padre y su mujer fallecían por culpa de la tuberculosis. Investigaban con una dosis de motivación extra.

Los éxitos de las vacunas no solo se cuentan a guerra vencida, como con la viruela o, casi, como con la polio, sino a batalla ganada. Algunas enfermedades siguen presentes, pero su impacto ha menguado de forma drástica gracias a, entre otras mejoras sanitarias, la inmunización.

Aunque reaparece en algunas zonas, el sarampión es una de las enfermedades en las que es más evidente la reducción de efectivos del campo enemigo. Antes de que se aprobara el uso de la vacuna en 1963, mataba a unos dos millones de niños al año. Y, aunque en 2015 murieron 73.844 niños menores de cuatro años por esta causa, el descenso en número de casos y de fallecidos es drástico.

Las tres vacunas que forman la DTP (difteria, tétanos, tos ferina) también han conseguido hitos como que el número de enfermos por tos ferina haya pasado de dos millones en 1980 a unos 142.000 en los últimos tiempos, una cifra que, por desgracia, se mantiene bastante estable, como también se mantienen las 60.000 muertes anuales por culpa de esta enfermedad.

La región de las Américas ha eliminado la rubeola y, en todo el continente, ya solo Estados Unidos registra casos. Y, aunque aún enferman 22.000 personas al año en todo el mundo, la cifra es mucho menor que el pico de 875.000 de 1999.

Nuevas vacunas contra la malaria y el dengue se empiezan a utilizar en algunos países y los primeros resultados de la vacuna contra el ébola y los equipos de investigadores trabajando en vacunas contra el VIH o el cáncer en todo el mundo abren el camino hacia logros futuros que ahora suenan a ciencia ficción. Como cuando nadie imaginaba que esos experimentos de Jenner con las ampollas de las ubres de las vacas iban a ser el primer paso hacia la erradicación total de la viruela.