¿Patatas con zonas verdosas? No es un síntoma de su madurez sino una señal de que ese alimento contiene solanina, un compuesto químico (glicoalcaloides) de sabor amargo y con propiedades tóxicas, en estas zonas de la patata. Así lo advierte un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que recomienda quitar esa zona de la patata antes de comerla.

La OCU ha basado su publicación en una investigación realizada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) en la que han evaluado los peligros para la salud de los glicoalcaloides en determinados alimentos como los tomates, berenjenas y patatas, entre otros. Debido a la escasez de datos, el organismo europeo no ha podido determinar la peligrosidad de este componente en los tomates y berenjenas.

Sin embargo, en el caso de las patatas, han obtenido suficiente información como para concluir que los glicoalcaloides en este alimento pueden ocasionar náuseas, vómitos y diarrea. Según explica la OCU, estos efectos se presentan en aquella persona que ingiera miligramo por kilo de peso corporal al día de estos compuestos.

Dado que el riesgo de presentar estos síntomas depende de la masa corporal, la EFSA advierte de que el peligro es mayor en bebés y niños pequeños: al pesar poco, pueden llegar a niveles peligrosos de intoxicación sin necesidad de consumir patatas en exceso.

Así puedes evitar o reducir este tóxico en las patatas

Para disminuir el riesgo de ingesta por estos glicoalcaloides, la OCU ha compartido una serie de consejos para eliminar o reducir su presencia en las patatas:

  • Compra solo las patatas que vayas a utilizar en las siguientes semanas. No caigas en la tentación de comprar grandes mallas o sacos, por muy de oferta que estén, especialmente si no consumes grandes cantidades.
  • Si en la tienda ves que tienen zonas verdes o algún brote, no las cojas, ya sabes que allí se acumula más solanina.
  • No guardes las patatas en la nevera porque el frío favorece a la aparición de azúcares y se estropean. Es preferible un lugar seco, bien aireado, fresco y sin luz.
  • Pelar la patata también ayuda: al quitarles la piel reducen su contenido en glicoalcaloides entre un 25 y 75%.
  • Si le salen zonas verdes, es mejor que elimines esa zona por completo: quita un centímetro cuadrado de pulpa alrededor a cada brote o tira directamente la patata si está demasiado germinada.
  • Es recomendable cocer las patatas porque la concentración de estos tóxicos baja entre un 5 y un 65%. Si las fríes en aceite, el contenido del compuesto químico puede reducirse entre un 20 y un 90%. Incluso se puede inactivar a 170 °C, una temperatura que no conviene superar ni en la fritura ni en el horneado, porque si no, añadimos otro problema, el de la formación de acrilamida.