Cada erupción volcánica trae consigo un cambio morfológico en la zona afectada. Ejemplo de ello es La Palma, que continúa creciendo a consecuencia de la última erupción en Cumbre Vieja, como así lo ha hecho durante las ocho erupciones que ha registrado en los últimos 500 años.
Los expertos determinan que cuando la lava llega al mar en La Palma, la isla crece una media de un centenar de metros cuadrados en el área de la desembocadura. Por ejemplo, en 1949, al chocar con el océano, la lava creó un delta que no existía antes de la erupción del volcán de hoyo negro.
Ese mismo año, la colisión de la lava con el agua hizo que la tierra le ganara centenares de metros al mar por la erupción del volcán de San Juan. En 1712, y a raíz del mismo fenómeno, la erupción del Palmero del Charco añadió un notable bloque de tierra a la costa y, en 1971, la del Teneguía restó más de un kilómetro al mar.
Rosa María Mateos, científica del Instituto Geológico y Minero del CSIC, nos ha explicado que esta erupción "va a generar una especie de domo de extensión de un campo de lava y va a quedar un resalte topográfico importante".
La Palma, con dos millones de años, y El Hierro son las islas más jóvenes de Canarias. La isla seguirá creciendo y, por el momento, los nuevos metros que genere esta erupción pasarán a engrosar el suelo público.