APARENTEMENTE, MUY LEJOS
Mansory M5: ¿hasta dónde se puede llevar el mal gusto con 800 CV?
La discreción no está en el vocabulario de Mansory. El preparador alemán ha vuelto a hacer de las suyas y esta vez le ha tocado al BMW M5, una de las berlinas deportivas más equilibradas del mercado. ¿El resultado? Un coche que levanta pasiones… o sarpullidos, según a quién preguntes. Porque si hay algo que define a Mansory, es su capacidad para dividir al público entre fascinados y escandalizados.

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La discreción no está en el vocabulario de Mansory. El preparador alemán ha vuelto a hacer de las suyas y esta vez le ha tocado al BMW M5, una de las berlinas deportivas más equilibradas del mercado. ¿El resultado? Un coche que levanta pasiones… o sarpullidos, según a quién preguntes. Porque si hay algo que define a Mansory, es su capacidad para dividir al público entre fascinados y escandalizados.
Estéticamente, el M5 de Mansory es un canto al exceso. Carrocería ensanchada, tomas de aire más grandes que algunas bocas de metro y fibra de carbono hasta en los tornillos del portón. El frontal parece diseñado para asustar a los niños, con una reinterpretación de los riñones de BMW que casi podría considerarse vandalismo estilístico. Las llantas de 22 pulgadas y el difusor trasero tamaño XXL terminan de rematar el conjunto.
Pero claro, no todo es fachada. Bajo ese traje de gala digno de un carnaval centroeuropeo, Mansory ha afinado el V8 biturbo hasta sacarle 800 caballos. Una barbaridad. El 0 a 100 km/h cae en apenas 2,8 segundos y la velocidad máxima supera los 330 km/h. Potencia no le falta, desde luego. Otra cosa es que te atrevas a salir con él a la calle sin que te graben desde una acera.
Cuando el diseño pasa de provocador a provocativo
La idea detrás de Mansory siempre ha sido la personalización extrema. Pero en este caso, el límite entre lo llamativo y lo chirriante es más una sugerencia. El interior es una bacanal de cuero bicolor, costuras contrastadas y molduras de carbono azul que hacen que un casino de Las Vegas parezca sobrio. Está claro que no va dirigido al cliente medio de BMW, sino a ese perfil que busca que le miren… y mucho.
No es un coche para todos los públicos, y probablemente ni siquiera para todos los millonarios. Lo curioso es que, a pesar de las críticas recurrentes, Mansory sigue encontrando clientes, y es que en ciertos mercados (especialmente Oriente Medio o Rusia) este tipo de personalización hortera tiene su público fiel. Es ostentación sin complejos, sin disculpas y sin medias tintas.

También hay que decir que, pese a su estética discutible, la calidad del trabajo es incuestionable. La fibra está bien acabada, la tapicería es impecable y las modificaciones mecánicas están a la altura de un especialista con años de experiencia. No es un coche barato ni mal hecho; simplemente está dirigido a un público con un gusto radicalmente distinto al europeo medio.
Una preparación que no deja indiferente a nadie
El debate está servido: ¿es esto tuning de lujo o una falta de respeto al diseño original? Para los puristas de BMW, este M5 es poco menos que una herejía. Pero para los fans del exceso sin freno, es una obra maestra del “porque puedo”, y eso, en cierto modo, tiene su mérito. Al menos Mansory no se esconde detrás de falsas pretensiones: esto es provocación pura.
También hay que reconocer que el coche funciona como escaparate. Da igual si te gusta o no: lo vas a mirar, y en un mundillo en el que la atención lo es todo, eso ya es una victoria. Además, no hay muchos sedanes capaces de combinar 800 CV, tracción total y lujo personalizado en cada centímetro. En lo técnico, sigue siendo un M5, pero con esteroides… y mucha purpurina.
En definitiva, el Mansory M5 es el ejemplo perfecto de lo que ocurre cuando se le da carta blanca a la personalización sin filtros. Un coche rápido, bien hecho y absolutamente imposible de ignorar. Puede que no te guste (de hecho, probablemente no te guste), pero desde luego no se puede decir que pase desapercibido, y en ese sentido, ha cumplido su misión.
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