HABLAR DE COCHES SIN PARECER EL TÍPICO LISTILLO
Cómo evitar parecer un cuñado cuando hablas de motores
Si vas a hablar de motores con alguien, empieza con humildad. Nada de "esto es así porque lo digo yo" ni de soltar frases lapidarias como si fueras ingeniero de Ferrari. Es mejor decir: "Oye, estoy aprendiendo sobre esto, y me ha parecido curioso cómo funciona un motor de combustión".

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Todos tenemos a alguien en el grupo que, en cuanto sale el tema de los coches, se convierte en tertuliano de bar. El típico que suelta frases lapidarias como "los diésel corren más" o "los eléctricos no tienen alma" sin saber muy bien de qué habla. Este artículo no va de reírse de ellos, sino de cómo hablar de motores con colegas sin caer en el cuñadismo. Porque se puede ser friki del motor y tener conversación sin pontificar ni meter la pata.
Empieza desde la humildad (y no desde la barra del bar)
Si vas a hablar de motores con alguien, empieza con humildad. Nada de "esto es así porque lo digo yo" ni de soltar frases lapidarias como si fueras ingeniero de Ferrari. Es mejor decir: "Oye, estoy aprendiendo sobre esto, y me ha parecido curioso cómo funciona un motor de combustión". Así la otra persona no se siente juzgada ni tonta, y tú quedas como alguien con ganas de compartir, no de imponer.
Una buena manera de romper el hielo es usar comparaciones sencillas. Por ejemplo: "El pistón es como una pierna pedaleando y el cigüeñal sería la cadena de la bici". Esta imagen se entiende al momento y evita palabros como "biela" o "árbol de levas", que pueden sonar a latín para muchos. El objetivo es que la otra persona te siga, no que se desconecte a los diez segundos.
Sobre todo, habla desde el respeto. No corrijas si no tienes la seguridad de que lo que vas a decir es cierto. A nadie le gusta que le lleven la contraria con tono prepotente, y menos si resulta que estás equivocado. Uno me soltó una vez, con toda la chulería del mundo, que el turbo recircula los gases de escape. Se confundía con la válvula EGR, que sí hace eso para reducir emisiones. El turbo, en cambio, aprovecha la presión de esos gases para mover una turbina y meter más aire en el motor. Confundirlo no es grave, pero hacerlo con soberbia sí lo es.
Chorradas que se oyen (y que mejor no repetir)
Si quieres evitar parecer un cuñado, empieza por no repetir cosas que suenan a sabiduría popular, pero que son mentira. Ejemplos hay a patadas: que más cilindros siempre significan más potencia, que los motores atmosféricos duran más que los turbo, o que un motor "va mejor" si le pones gasolina premium aunque no lo necesite. Todo eso puede tener matices, pero lanzarlo como dogma es receta para hacer el ridículo.
También están los clásicos de "los eléctricos no hacen ruido, así que no valen para nada" o "los coches de ahora se rompen enseguida". Afirmaciones que, con datos en la mano, no se sostienen. Pero lo peor no es equivocarse, sino hacerlo con tono de sabelotodo. Si vas a opinar, ten la humildad de admitir que puedes estar equivocado, o al menos di que es tu experiencia, no una verdad absoluta.
Otra buena práctica: si escuchas una barbaridad, como que "el turbo mete más gasolina", pregunta antes de corregir. A veces la gente mezcla conceptos porque ha oído cosas sueltas. Si corriges, hazlo con una sonrisa, no con cara de superioridad. Así evitas que la conversación se vuelva incómoda y puede que hasta aprendas algo tú también.
Comparte, no pontifiques
Hay algo muy sano en compartir lo que vas aprendiendo. Frases como "Me moló mucho ver cómo gira el cigüeñal con los pistones en un vídeo a cámara lenta" o "No sabía que los diésel no llevan bujías" pueden generar una conversación interesante, y si la otra persona se engancha, puedes tirar del hilo y profundizar un poco más.
Lo importante es mantener el tono amigable. Si alguien dice algo raro, no saltes como un resorte. Pregunta: "¿Cómo es eso? No lo había oído así". Así das pie a que la persona se explique o incluso se dé cuenta de que estaba equivocada sin que tú tengas que humillarla. Ganáis todos.
Si en algún momento sentís que la cosa se pone tensa, recordad esto: el mundo del motor está lleno de mitos, confusiones y verdades a medias. Incluso los mecánicos se equivocan. Así que mejor compartir lo que sabemos con ganas y buen rollo, que soltarlo como si estuviéramos repartiendo sentencias.
Saber compartir es saber hablar
Hablar de motores puede ser una gozada si lo haces con humildad, claridad y respeto. No hace falta ser un experto para compartir lo que sabes, pero sí hace falta tener claro que no estás en un concurso. El objetivo es aprender juntos, no dejar a nadie en evidencia.
Así que cuando hables de motores con alguien, hazlo como quien comparte una cerveza: sin prisas, sin dárselas de nada, y con ganas de pasarlo bien. Porque saber mucho está bien, pero saber compartirlo es lo que te libra de parecer un cuñado de libro.
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