Si el sorteo de la Lotería de Navidad genera una buena expectación, mayor es según se acerca el día. Como es tradición, una semana antes del 22 de diciembre se trasladan al Teatro Real (Madrid) todos los elementos necesarios para la celebración: los bombos, las tolvas, las liras, los paraguas y, por supuesto, las bolas. Las más de 101.800 bolas que participan en la fiesta del próximo viernes son exactamente iguales: todas ellas fabricadas de madera de boj, de 18 milímetros de diámetro y unos tres gramos de peso.

Sin embargo, no todas las de 2023 son exactamente las mismas que las de 2022 porque, en caso de ser necesario, se pueden sustituir unas por otras. Es lo que ha pasado este año, que se han sustituido un total de 204 bolas con una curiosa cosa en común: casi todas tienen grabado el número 7. Y es aquí donde viene la explicación.

Para entenderlo, hay que saber cómo se fabrican estas bolas: para evitar las diferencias de peso por la cantidad de pintura que pudieran llevar, los números y letras están grabados a láser. Pues bien, casi todas las bolas que se han tenido que sustituir este año llevan el número 7 y al estar algo desgastadas, el "palito" del siete empieza a desaparecer, por lo que corre el riesgo de confundirse con un número 1.

El primero año que se celebró la Lotería de Navidad, no se utilizaban bolas de madera, sino cédulas de papel, pero en 1813 ya pasaron a ser unas pequeñas bolas numeradas. La empresa encargada de fabricaras es Maba Online, una compañía con sede en Paracuellos de Jarama (Madrid), fundada por el padre de la actual responsable de la compañía, Marta Molinero.

En una entrevista a RTVE, Molinero explicaba que "antiguamente", las bolas eran "talladas" en lugar de grabadas a láser, pero era un proceso en el que se modificaba el peso de la bola en cuestión. Es por eso que para evitar este problema, se optó por el grabado a láser sobre la bola.

Las bolas de la Lotería se fabrican en madera de boj y, tal y como explican desde Maba, "luego se graba la numeración en cada una de ellas a mano". "Es un trabajo no muy complejo técnicamente pero que requiere de la participación de entre tres y cuatro empleados de nuestra empresa", indican en su página web.

Y no, no se fabrican nuevas bolas cada año, porque "son de una madera con una calidad tal que pueden aprovecharse durante largos años". No obstante, para que no haya ningún error en la lectura del número por parte de los niños y niñas de San Ildefonso, encargados de cantar los números y premios cada 22 de diciembre, algunas se reponen cuando se detectan algunos pequeños fallos.