Para votar hace falta memoria.

Hace falta recordar que hubo un tiempo en el que la voluntad de las mujeres por el hecho de ser mujeres estaba completamente anulada.

Porque eran consideradas ciudadanas de segunda.

Porque lo que tenían que decir no era en absoluto importante.

Porque qué iban a elegir las mujeres si carecían de la inteligencia y el sentido común necesarios para decidir "bien".

Si eran seres volubles, auténticas histéricas y locas del coño cuyos cerebros se acercaban más a los de los animales que a los de los hombres depositarios de toda la sabiduría de la humanidad.

Para votar hace falta memoria.

Hace falta recordar que muchas mujeres en todo el mundo fueron privadas de libertad por exigir su derecho al voto.

Tratadas como auténticas delincuentes por demandar lo que les correspondía.

Que la sufragista Emily Davison se puso delante de un caballo en Reino Unido para protestar por todo lo injusto y que fue arrollada muriendo a causa de las heridas cuatro días después.

Que una vez en 1931 las mujeres en España gracias a Clara Campoamor consiguieron que se reconociera su derecho al voto pero que este duró solo cinco años porque hubo un golpe de estado y que por eso se produjo una guerra civil a la que siguió una dictadura que duró casi cuarenta años en los que ningún español o española pudo votar y en la que, por ejemplo, las mujeres tenían que pedir permiso a sus maridos o padres para abrir una cuenta bancaria.

Hace falta recordar que al colectivo LGTB en aquella época se le encarceló, se le fusiló, se le persiguió y se le electrocutó por ser o por sentir de manera diferente.

Hace falta recordar que en este país siguen existiendo más de 114.000 personas que fueron arrastradas de sus vidas hacia una fosa común y que todavía hay calles y plazas con nombres de las personas que las hicieron desaparecer y gobiernos sin ninguna intención de que se busque nada.

Hace falta recordar que nadie decidió que Franco gobernara.

Solo él y los suyos por sus santos cojones.

Para votar hace falta memoria.

Hace falta recordar que es el feminismo (y no otra cosa) el que ha luchado y sigue luchando por la igualdad real entre hombres y mujeres.

Y que el futuro será con un gobierno feminista o no será.

Hace falta recordar quién se ha opuesto una y otra vez a que las personas homosexuales pudieran llamar matrimonio a su unión porque éramos como la suma de peras con manzanas.

Hace falta recordar que no hay tanto pan.

Para votar hace falta memoria.

Porque nadie nos cuenta la historia.

Porque les conviene que olvidemos.

Así que, por favor, recuerda votar.

Porque toda esta lucha ha tenido que servir de algo.

Porque no pueden arrebatarnos los derechos que hemos conseguido.

Vota.

Porque votar en esta ocasión.

Es una cuestión de dignidad.