"Me pinto los labios, me gusta y me empodera, y soy feminista, pese a quien le pese", pensé nada más leerla.

Increíble tener que decir esto en pleno Siglo XXI ¿no crees? Pues así estamos y así seguiremos hasta que no nos tomemos en serio que este no es el camino.

Menos mal que a diario no tengo que lidiar con este tipo de mensajes porque no sé si lo soportaría. Es curioso, pero cuando recibo algo así, pocas veces, menos mal, necesito expresarme, desahogarme, compartir mi opinión para poder pasar página. No es por rencor o por justificarme. Todo lo contrario. Es porque me parece una injusticia recibir mensajes así de personas que no me conocen. Y no lo hago por mi ego personal, sino por todas las personas que reciben este tipo de faltas de respeto en redes sociales. No debemos callarnos, convivir con mensajes así como si los que están detrás de una cuenta privada, bajo un nick impronunciable, pudieran soltar por la boca todo lo que quieren, pero los que estamos delante, exponiéndonos, no.

Sirva mi respuesta a este mensaje como respuesta a todas esas personas que en vez de mirarse a ellas mismas miran a las demás bajo la lupa de sus prejuicios y propios miedos. A ellas les aconsejo que quemen esas creencias que les limitan antes de acabar este 2020 porque la vida es mucho más bonita cuando la vives desde el respeto y la empatía.

Pero no me voy a extender en mis teorías de la abundancia y el autoconocimiento no vaya a ser que también me ataquen por ello (léase con ironía). Comencemos mejor por leerla (hablo en femenino porque su nick impronunciable es un sustantivo en femenino) con detenimiento:

"Y dice que lucha por el empoderamiento de la mujer y en sus stories refleja que pintarse los labios rojos o pintarse las uñas da empoderamiento. Y suma y sigue con sus publicaciones, sobre todo en las personales se ve muy bien que tiene unos estereotipos antiguos muy marcados"

¿Cuándo el feminismo se mide por la pintura de labios o de uñas que usas? ¿Cuándo ser feminista te impide arreglarte y sacar la mejor versión de ti misma de la manera que quieras? ¿Cuándo es incompatible la lucha por la igualdad con ponerte unos tacones o unos mocasines? ¿Acaso no hemos entendido nada en estos años de lucha por nuestros derechos?

A mí me empodera llevar los labios pintados, sí. Y también me empodera ser madre y también me empodera educar en igualdad a mis hijas y también me empodera ayudar a otras mujeres. Y también me empodera luchar cada día por mi proyecto, liderando con empatía e intentando hacer las cosas lo mejor que sé. Y también me empodera dar la teta. Y también me empodera sentir el apoyo de tantísimas mujeres, distintas todas ellas, que se sienten unidas por una causa común: la conciliación. Y también me empoderan los hombres que creen en nosotras. Y también me empodera aprender de otras mujeres, que me enseñan el camino del feminismo, que me ayudan a liderar mejor, a quererme más y me dan la mano cuando me caigo, cuando me equivoco o cuando no puedo más.

A mí lo que más me empodera del mundo es sentir que las mujeres juntas somos más fuertes. Experimentar el apoyo de otras mujeres, sin envidia, sin egoísmo, sin intereses. Tengo tanta suerte, tanta. De estar rodeada de mujeres que me hacen mejor que detenerme en tu mensaje no es justo, lo sé. Pero sí quiero compartirlo en esta columna para que nos ayude a reflexionar, a seguir creciendo, a seguir creyendo que es posible un cambio social, en el que todas vayamos de la mano. En el que todas, independientemente de si nos gusta llevar pendientes o no, de si damos el pecho o no, de si queremos ser madres o no, de si nos gustan los hombres o no, creamos en nosotras y en el gran poder que es estar UNIDAS.

Eso sí que empodera, con los labios pintados, por supuesto.