¿No os habéis dado cuenta de que últimamente no existen en la cartelera comedias románticas? No es justo, ese guilty pleasure cargado de estereotipos en el que la mayoría de las veces los enamorados no tienen nada que ver el uno con el otro y se vislumbran incompatibles para una convivencia de más de dos meses en armonía, está en desuso. Tenía ganas de ver a esos personajes que conocen a alguien y experimentan un arrebato sideral de alegría, un auténtico frenesí de entusiasmo y se enamoran como una bala desde la primera cita. Y empiezan a verse, y esos encuentros avivan en ellos una atracción visceral y nerviosa, y se miran a los ojos de una manera intensísima -en la primera cita-, porque es Hollywood y piensan: ahora voy a ser feliz. Porque es Hollywood y el amor es lo más importante de todo. Así que me di el gusto y me puse Atracción fatal. A lo bestia. Yo como ahora soy feminista estoy de parte de Alex Forrest, interpretada por Glenn Close; pero mazo, así te lo digo. Me imagino a la propia Glenn Close recibiendo el guion y reflexionando: otra película que castiga a una mujer exitosa de 40 años soltera que se lía con un casado, del que se queda embarazada, que encima tiene una vida idílica con una mujer estupenda y una monada de hija. Otra mujer que, en el momento de convertirse en ex, inmediatamente se convierte en loca. Otra ex loca. Todo mal. Me voy a volver tan loca, pensó Glenn Close, que se van a enterar.

Menudo es Dan Gallagher, aKa Michael Douglas. Claro, él conoce a esta señora chisporroteante que hace de su vida algo absolutamente seductor, cautivador, encantador, estimulante, y claro, ella flipa porque él flipa. Dan, feliz, alucinado con el talento que tiene ella para vivir la vida, se le pega como un vampiro, como una garrapata, y disfruta de la magia que ella crea alrededor. Y él venga a crear intimidad y oxitocina, venga, venga, ¿para qué? Para luego dejarla TIRADA.

A lo mejor, si Dan no coexistiera con su incapacidad de ver más allá de su ego, esta señora no hubiera puesto a hervir en una olla un conejo, no sé. A lo mejor, si Dan se hubiera hecho cargo de sus sentimientos y le hubiese prestado atención o comprensión, o si hubiera hecho un ejercicio de introspección sincero, ¡ella no estaría como un silbo! ¡Pobre Dan! ¡Ella no era burbujeante, estaba pirada!

Ella, la pobre Alex, que ha expresado y articulado y expuesto sus sentimientos en todo momento, quizá todo llevado al extremo, no te lo niego, pero siendo sincera en todo momento. Y Dan, que tiene pinta de que "ni feminismo ni machismo, igualdad", y de que "ojo cuidado con el feminismo o las luchas identitarias que fraccionan a la izquierda y aquí lo que importa es la lucha de clases". No se han entendido bien, eso es verdad. Pero Dan, escucha, si contásemos la historia al revés, a ver cómo coño ibas a quedar tú. Y a ver si es verdad que todas las situaciones de trastornada clínica en las que has visto a Alex, en realidad solo han sido producto de tu imaginación o de ese imaginario colectivo que el guionista solo ha caricaturizado y exagerado para hacer un thriller divertidísimo. A ver si ella solo estaba disgustadísima. Cabreada como una mona. A lo mejor el ex loco ibas a ser TÚ.