El 11 de febrero fue el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Durante todo el mes se desarrollan actividades relacionadas con esto, sobre todo charlas dirigidas a niñas para despertar vocaciones científicas. No obstante, el enfoque de algunas de estas actividades padece de un sesgo sexista y algunos de los datos que se repiten año tras año son incorrectos.

Hace algunos años, en una de las actividades del 11F en la que participé junto a otras científicas, tomé conciencia de algo que intuía que no estaba bien. No sabía verbalizar qué era lo que me incomodaba. Al final de esa actividad lo supe. Una de las niñas que participaba nos dijo que ella siempre había querido ser enfermera: "¿Quiero ser enfermera porque soy chica? ¿Ser enfermera está mal?"

Si eso es lo que aquella niña había entendido, es que lo habíamos hecho muy mal. A partir de ese momento puse más empeño en modular mi discurso y, sobre todo, investigué a fondo los datos. Porque la realidad está en los datos, no en el instinto ni en las buenas intenciones. Y algunos de los datos que he visto repetir en actividades del 11F no son ciertos, sino mitos.

Mito 1: las niñas no estudian ciencias

Actualmente en España hay más estudiantes mujeres en la universidad que hombres. Son el 55%. También hay más mujeres estudiando masters (55%) que hombres, y hay las mismas mujeres que hombres haciendo el doctorado. En las carreras denominadas STEM (por las siglas en inglés de ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas) el 51% son mujeres. Hay más mujeres estudiando carreras científicas.

Fuente: Datos y cifras del SUE, Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (2019)

Si lo analizamos especialidad por especialidad, observamos desviaciones significativas: en las ingenierías hay un 24% de mujeres matriculadas y en ciencias de la salud las mujeres son el 70%.

En otras carreras, como química, las mujeres somos el 53%, en bioquímica son el 68%, en farmacia el 65%, mientras que en física son el 32% y en matemáticas el 42%. Las diferencias más notables se encuentran en ingeniería informática, donde el 13% son mujeres; en medicina, donde el 75% son mujeres y en enfermería, donde lo son el 85%.

Las mujeres sí estudian ciencias. Ellas se decantan mayoritariamente por las ciencias de la salud y ellos por carreras más técnicas.

Mito 2: ingenierías, más trabajo y mejor salario

Según datos del Ministerio, cuatro años después de terminar la carrera, los médicos son lo que tienen la base de cotización más alta (32.290 € de media) y pleno empleo. Con casi la misma base de cotización están los ingenieros aeronáuticos, con una tasa de empleo del 72%. Los ingenieros navales y los criminólogos son los únicos que tienen una base de cotización mayor que la de los médicos (entre 34.000 y 35.000 euros) pero con tasas de empleo del 63%. Ingeniería informática tienen una base de cotización media de 26.877€, con una tasa de empleo del 80%.

Enfermería está en 22.980 € y 54%. Matemáticas está en 25.2295 € y 65%. Física en 21.540 € y 62%. Y química está en 25.496 € y 66%.

Fuente: buscador elaborado a partir de los datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Estos datos suelen usarse para promocionar unas carreras frente a otras. El clásico "estudia esto porque tiene más salida" es uno de los peores consejos que podemos dar a los jóvenes que se están preguntando qué quieren estudiar. El consejo debería ser "estudia lo que te dé la gana". Primero porque la voluntad de sentido es más importante en la vida que la voluntad de poder, y segundo porque de aquí a cuatro o cinco años el mercado laboral puede cambiar, pueden surgir profesiones que antes ni imaginábamos y pueden desaparecer otras. Lo que sucede con la arquitectura es un buen ejemplo. En 2004 la carrera de arquitectura tenía una de las notas de corte más altas. Sobraba trabajo, decían, porque por aquel entonces en España todavía se construía. Cinco años después sobraban arquitectos, y hoy en día la tasa de empleo de los arquitectos es de solo el 37%, con un salario medio de 22.393 € a los cuatro años de graduarse, por debajo de las profesiones que requieren estudios tradicionalmente peor remuneradas.

Hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando se trata del futuro. Sin embargo, en la actualidad se relaciona la competitividad de un país con la cantidad de graduados en STEM. En España, la demanda de matrícula en el ámbito de las STEM se sitúa cinco puntos porcentuales por debajo de la media de la UE y muy lejos de países altamente competitivos como Reino Unido o Alemania.

Según el último informe de la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) "las enseñanzas universitarias de los ámbitos STEM han acentuado su relevancia en el avance social y económico. La presencia de personas con formación universitaria en estas disciplinas supone una garantía para poder asegurar la competitividad y el bienestar de la sociedad actual. Por ello, es conveniente que los flujos de entrada y salida de estudiantes y egresados STEM estén alineados con las necesidades que manifieste el tejido productivo".

No se nos está hablando de qué quieren estudiar los jóvenes, sino de qué es más conveniente que estudien para mantener el tejido productivo. Ingeniería social según requerimientos mercantiles.

Mito 3: las niñas se creen menos brillantes que los niños

A principios de 2017 se publicó un estudio científico en Science que suscitó algunos titulares como "Las niñas se creen menos brillantes que los niños desde los seis años" o "La falta de confianza de las niñas arruina sus vocaciones científicas". La realidad es que el estudio no concluye exactamente eso, o desde luego no solo se debería interpretar de esa manera. Las conclusiones del estudio son que a los seis años los niños tienen un concepto de sí mismos más elevado que las niñas. Es decir, los niños se sobreestiman y las niñas tienen un autoconcepto más objetivo. No es tanto que las niñas se crean menos brillantes, sino que los niños se creen más brillantes de lo que realmente son. No obstante, aunque el matiz es importante, el resultado es similar: a partir de los seis años hay más niños que niñas que se atreven a afrontar retos cuando estos se presentan como difíciles.

Esto nos lleva a formular preguntas cuyas respuestas todavía están el aire: ¿Qué nos hace creer que determinadas carreras y profesiones son más difíciles? Si existe una mayor predisposición en los niños a afrontar retos difíciles, ¿cuál es la naturaleza de este fenómeno?

Mito 4: las carreras científicas mayoritariamente escogidas por hombres tienen más prestigio que las escogidas por mujeres

Según los datos oficiales las profesiones más valoradas son, de mayor a menor, médicos, científicos, profesores, ingenieros y jueces. Así que la carrera científica de más prestigio es la que mayoritariamente escogen las mujeres.

Fuente: FECYT, EPSCT2014

A pesar de que los datos son los que son, alrededor del 11F se desarrollan actividades dirigidas a niñas para fomentar vocaciones científicas. Las únicas carreras científicas en las que no hay mayoría de niñas son física, matemáticas y sobre todo algunas ingenierías.

Para algunos esta desigualdad es un problema. Si estas carreras no son las carreras científicas mejor remuneradas, ni con más prestigio, ni con menor tasa de paro, ¿por qué tanto empeño en que las niñas las escojan?

Que haya menos mujeres en ingenierías se percibe como un problema. Que haya más mujeres en ciencias de la salud también se percibe como un problema. La razón es que la salud se entiende como una forma de cuidado, y eso perpetúa un estereotipo y como tal, para algunos eso es naturalmente malo.

Si asumimos que estudiar ingenierías es mejor que estudiar ciencias de la salud, por aquello del rol femenino/masculino, estamos dando por hecho que los chicos escogen bien sus carreras y que las chicas escogen mal. Como si las carreras masculinizadas fuesen de primera y las feminizadas fuesen de segunda. No animamos a los chicos a estudiar ciencias de la salud. No animamos a los chicos a estudiar enfermería y magisterio, donde sí están infrarrepresentados. Al menos no de la misma manera que animamos a las chicas. A las chicas se les dice tú también puedes. Ojo con ese también. A los niños se les dice que estudiar enfermería no es ninguna vergüenza. Como si las niñas tuviesen que enorgullecerse por romper estereotipos y los niños tuviesen que justificarse.

Hasta que no se hable de las carreras feminizadas dándoles el prestigio que merecen, lo único que estaremos haciendo es perpetuar actitudes machistas. No, las carreras que mayoritariamente escogen los chicos no son más importantes ni mejores que las que escogen las chicas.

Mito 5: las niñas necesitan referentes femeninos

En este informe de la ONU se anima a mostrar a mujeres científicas como referentes a fin de normalizar que las niñas escojan estudiar carreras STEM. Nuestro sentido común, nuestra intuición, nos dice que cuantos más referentes, mejor. Pero la realidad científica del asunto es que no sabemos con certeza si los referentes femeninos influirán en mayor medida que los masculinos.

Fuente: Exponer a las niñas a modelos femeninos que hayan tenido éxito en matemáticas y ciencias: mínima evidencia.

En la guía práctica del Departamento de Educación estadounidense para el fomento de vocaciones científicas, aunque se anima a mostrar mujeres científicas como referentes, se deja claro que la evidencia científica del impacto de referentes femeninos en las vocaciones científicas en las niñas es mínima. No hay diferencia entre mostrar referentes masculinos y femeninos.

Aunque hay que recordar que las anécdotas tienen validez limitada como hechos, la realidad de muchas mujeres científicas es que hemos tenido referentes tanto masculinos como femeninos. La ciencia nos ha interesado independientemente del género del referente.

Mito 6: la distribución entre chicos y chicas matriculados en STEM es más igualitaria cuando hay mayor libertad

Se conoce como paradoja de la igualdad de género: los países con mayor igualdad de género tienen una menor proporción de mujeres que cursan estudios de tecnología, ingeniería y matemáticas, de acuerdo con el estudio publicado en Psychological Science. La investigación reveló que países como Albania y Argelia tienen un mayor porcentaje de mujeres entre sus graduados de STEM que países reconocidos por sus altos niveles de igualdad de género, como Finlandia, Noruega o Suecia.

En el estudio se recogieron datos de 475.000 adolescentes de 67 países. Los investigadores descubrieron que, aunque los logros de ambos sexos en las asignaturas STEM eran similares, era más probable que ellos eligieran carreras científicas, incluso cuando ellas igualaban y les superaban en los resultados obtenidos. Estas diferencias se observaron en todos los países estudiados.

Los investigadores concluyeron el estudio con una teoría que podría justificar esta realidad. Según ellos, los países con menos igualdad de género a menudo tienen poca asistencia social, eso hace que las mujeres se decanten por carreras STEM que, con mayor probabilidad en esos países, pueden garantizarles al menos independencia económica. Además de una cuestión de género, sobre todo es una cuestión de clase.

El problema lo tenemos los adultos, no las niñas

Según los datos del Ministerio, a lo largo de la carrera investigadora en universidades públicas, la distribución entre hombres y mujeres es igualitaria excepto en los puestos de más nivel. El 79% de los catedráticos son hombres. Estas gráficas se conocen como gráficas de tijera.

Fuente: Informe Científicas en Cifras 2017

En las universidades privadas los datos son prácticamente iguales. En los organismos de investigación también: en los puestos de más nivel solo hay un 25% de mujeres.

La falta de mujeres en puestos de liderazgo no es un problema exclusivo de la ciencia, sino que desgraciadamente afecta a muchas otras profesiones. Por eso es un error focalizarlo como un problema propio de la ciencia, igual que es un error y también un acto de cobardía poner el foco en las niñas. Si es algo que nos afecta a los adultos, hay que afrontarlo como adultos en el mundo de los adultos. El germen de estas gráficas de tijera tiene que ver con la falta de conciliación —sobre todo, aunque no en exclusiva—, y eso tiene raíces más profundas.

Conclusiones

Tras años de experiencia como científica, como investigadora y como divulgadora, participando en actividades del 11F, y documentándome sobre este tema, he llegado a algunas conclusiones que podrían ser de utilidad para afrontar las actividades del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, sin caer en mitos ni en sesgos que alimenten el sexismo. Las resumo en los siguientes puntos:

1. Promover la libertad de elección de las niñas.

2. Mitigar los obstáculos que impiden a las niñas elegir con libertad.

3. No deberíamos sugerir que las carreras STEM tradicionalmente masculinas son mejores que las tradicionalmente femeninas.

4. Si como científica amas tu profesión, habla de ella con pasión. No para reclutar, sino para que conozcan cómo es la ciencia y que puedan decidir libremente si eso les gusta o no.

5. La ciencia no es más importe ni mejor que otras formas de conocimiento.

6. No deberíamos embaucar a las niñas para que estudien ingenierías. La libertad es incompatible con la ingeniería social.

7. Las niñas que escogen libremente estudiar carreras tradicionalmente femeninas no son estereotipos, ni eligen mal, ni su elección es menos importante.

8. Animemos a las niñas a estudiar lo que les dé la gana.