Cayetana Álvarez de Toledo lo dejó claro: los políticos son más importantes que los sanitarios. Con esa autopercepción es normal que en el Partido Popular consideren trabajador esencial a su líder y que eso le permita pasearse por donde le plazca. Ese es el argumento que esgrimen en Génova cuando se les pregunta qué faculta a Pablo Casado para saltarse el confinamiento e ir a visitar IFEMA, acudir a hacerse fotos con unos tiernos corderitos o pasar revista en la Puerta del Sol. Que ellos deciden qué puede hacer porque es el líder de la oposición. Trabajador esencial.

La propaganda política como trabajo esencial. Nadie ha puesto en duda que los diputados puedan ir a su despacho a trabajar o que tengan que asistir al Congreso de los Diputados a realizar su labor. Pero ir a una instalación agropecuaria para llevarse a un trabajador a que le haga una foto con guantes a juego con su corbata de luto parece a ojos de cualquier confinado una interpretación extensiva del decreto de estado de alarma. Como si mi carné de prensa lo utilizara para irme a hacer fotos de flores a los pájaros en Guadarrama. Seguro que en condiciones normales podría usar esas fotografías para identificar a los diputados con el trino avícola, pero en mitad de una pandemia se comprendería que me recetaran una suntuosa multa.

'Les gusta IFEMA porque es temporal, porque es desmontable...'

Hay una inconfesión involuntaria con la incapacidad que ha habido en el PP para dejar de hacerse fotos en cualquier circunstancia, y es la nulidad absoluta de su capacidad de propuesta. No son capaces de hacer sin mostrarse, de generar una oposición intelectual más allá de estética. Necesitan ir a fotografiarse condescendientes con un dado de alta de IFEMA mientras el zoo está cerrado a falta de un discurso armado que pueda ser alternativa leal al Gobierno. Necesitan utilizar IFEMA como circo de tres pistas a falta de una red hospitalaria pública y permanente que nos proteja de forma efectiva de una crisis sanitaria de esta envergadura. Les gusta IFEMA porque es temporal, porque es desmontable, porque no consolida derechos y permite unas fotografías muy efectistas con bocatas de calamares para su Instagram.

La estrategia propagandística del Partido Popular se comprende al saber que el encargado de dirigir las relaciones de prensa y publicidad de Isabel Díaz Ayuso, la responsable de dirigir la respuesta sanitaria de la región del mundo más afectada por el COVID-19 detrás del Estado de New York, es un hombre detenido por conducir borracho y que fue condenado por difamar y calumniar al doctor Luis Montes en la mayor persecución a un responsable de la Sanidad pública que se recuerda en este país. Alcohol, calumnias y sanidad pública. Trabajador esencial.

IFEMA es el decorado perfecto para que el PP desarrolle su trabajo esencial mientras los ciudadanos que no pueden ir a visitar a su madre, hermano, o novia asisten estupefactos a sus performances diarias. La desvergüenza permite al elevado a los altares Alcalde de Madrid abroncar a ciudadanos que bailan en las calles mientras mantiene los parques cerrados y asiste a las raves propagandísticas de Díaz Ayuso. Hoy hemos sabido que a aglomeración indecente que se produjo en el hospital de campaña electoral no tenía ningún peligro porque la presidenta ha asegurado que al ser al aire libre no había riesgo de contagio. Tres meses culpando al 8M y ahora sabemos gracias a Díaz Ayuso que no existía ningún peligro. Trabajadora esencial.