Lo más importante a la hora de disfrutar de un buen baño es la seguridad, sobre todo si hablamos de niños. Este año, hasta el momento, al menos 140 personas han fallecido ahogadas este verano. Entre los años 2011 y 2015 fueron un total de 147 menores de 9 años.

En este artículo vamos a hablar de algunas medidas que ayudan a mejorar la flotabilidad de los niños, pero flotadores, manguitos o chalecos no sustituyen a la norma del 10-20: mirarles cada 10 segundos y poder llegar a ellos en un máximo 20. La vigilancia por parte de un adulto mientras el niño está en el agua debe ser continua.

Manguitos, flotador o chaleco: ¿cuál elegir?

Todos tienen ventajas e inconvenientes. Vamos a verlos.

Manguitos y flotadores hinchables

Los manguitos y los flotadores hinchables son un clásico, fáciles de poner y baratos… pero presentan inconvenientes como que se pueden salir y desinflar. En el caso del flotador, es muy peligroso si el niño se gira y queda boca abajo.

Anillos para los brazos

Los anillos para los brazos son una especie de manguitos, pero de goma EVA. Son planos y mucho más difícil de salirse. Estos aumentan la seguridad respecto a los hinchables y su precio también es mayor.

Chaleco

Los chalecos son cómodos porque dejan las piernas y manos libres, por lo que el niño se puede mover libre en el agua. En este caso el mayor peligro es que se gire hacia delante y le sea muy complicado sacar la cabeza del agua. La tendencia actual señala que los chalecos son los más seguros, siempre que sea de un material que no se pueda pinchar, que esté homologado y que la talla se ajuste bien al niño. Se venden chalecos que llevan dentro tacos de corcho o espuma que se pueden ir extrayendo según el niño va adquiriendo más destreza en el agua. Y recuerda, siempre con un adulto al lado.

Cómo prevenir los ahogamientos

Estas son las recomendaciones para la prevención de ahogamientos de la Asociación Española de Pediatría (AEP):

1. El niño no debe estar solo en el agua ni sin supervisión de un adulto. Los accidentes ocurren en solo unos segundos. Por eso hay que estar con el niño en el agua.

2. De hecho, la vigilancia por parte de un adulto mientras el niño está en el agua debe ser continua: "entendiendo como vigilancia adecuada cuando la distancia al menor es inferior a la longitud del brazo del cuidador, es decir, tenerlos al alcance".

3. Los menores de 4 años, aunque sepan nadar, también se pueden ahogar: un accidente, el miedo, los nervios... son muchas las causas que pueden hacer que el niño no pueda mantenerse a flote y se produzca un trágico desenlace.

4. En caso de niños mayores que sepan nadar, el adulto con experiencia o bien un socorrista debe vigilarlos sin perderlos de vista. Su atención debe estar dirigida en todo momento al niño o niños que se encuentran dentro del agua, evitando situaciones que puedan distraerle como hablar por teléfono, socializar, etc.