Al menos 140 personas han muerto ahogadas desde que comenzó la temporada de verano, y 27 niños eran niños. Los expertos apuntan a la norma del 10-20 para evitar sustos: mirarles cada 10 segundos y poder llegar hasta su posición en máximo 20. Te explicamos cómo actuar con los más pequeños en playas y piscinas.

El problema es que los menores tienen una capacidad pulmonar inferior, sus habilidades acuáticas no son suficientes y se hunden con más facilidad. En concreto, los bebés son los de mayor riesgo. Tan solo 15 centímetros de agua son suficientes para que un niño de menos de dos años se pueda ahogar. Ramsés Martí, especialista en seguridad acuática, asegura que "un niño pequeñito en 20 segundos ya lo tenemos ahogado".

Puede ocurrir en cualquiera de las piscinas, no solo en las grandes, por eso lo más importante es no perderlos de vista. César Arias, instructor de la escuela de formación Arpa 4, asegura que "el único baño seguro de un niño es cuando está su padre o su madre supervisando de forma adecuada, que es vigilar".

Así, instan a que la persona que esté vigilando al menor pueda verle cada diez segundos y que en 20 segundos pueda llegar a la zona más alejada, ya que ponerles un chaleco, manguitos o flotador les da seguridad, pero no les salva. "Ningún dispositivo flotante anula la vigilancia por parte de los padres", afirma el experto.

No obstante, la mayoría de los ahogamientos se producen en entornos acuáticos donde no hay socorrista. Son, por ejemplo, los pantanos, los lagos y, en el caso de piscinas suelen ser privadas, de uso unifamiliar.