La muerte de un ser querido es uno de los peores momentos que podemos soportar en la vida, pero lo cierto es que la muerte y el duelo posterior forman parte de la vida. También, inevitablemente, entre los más pequeños. Pero ¿cómo viven, en realidad, los niños/as la muerte? ¿Cómo se afronta la muerte de un ser querido en la infancia?
Según explica el psicólogo Javier Urra, director clínico de RECURRA-GINSO, la pérdida de una persona querida puede acarrear graves consecuencias psicológicas, especialmente en el caso de los niños y adolescentes.
"La intervención de padres y tutores se vuelve crucial si los menores afectados por la pérdida tienen edades comprendidas entre los 7 y 14 años, que tienen más dificultades para afrontar la pérdida", explica el experto.
La muerte puede tener un impacto significativo a partir de los 7 años, que es cuando "los niños comienzan a desarrollar una mayor conciencia del entorno y a interactuar más con él. Si no comprenden que la muerte es un aspecto natural de la vida, los niños pueden experimentar un vacío emocional que obstaculiza su desarrollo normal", añade el especialista en psicología.
Por otro lado, y en el caso de los adolescentes o preadolescentes de 13 años, el proceso se vuelve aún más complejo, ya que "los adolescentes anhelan una mayor independencia, lo que a menudo resulta en una falta de comunicación con sus padres. En lugar de ver esto como algo normal en la adolescencia, los padres deben abordar este tema con cercanía, respeto e incluso compartir sus propias emociones y dolor", recomienda el doctor Urra.
"No es tanto lo que se dice, sino la autenticidad con la que se comunica la verdad. Un día nuestros abuelos morirán, un día moriremos nosotros y un día morirán ellos. Pero lo importante es cómo hemos llenado de significado la vida", añade.
Las señales que identifican que un niño/a no está llevando bien el proceso de muerte de un ser querido
Algunas de las señales que pueden ayudarnos a identificar que nuestros hijos/as o que los niños/as no están bien y no está llevando adecuadamente la muerte de un familiar o ser querido son, indica el doctor Urra, algunas alteraciones en el comportamiento como:
- La falta de higiene
- El sedentarismo
- El insomnio
- La pérdida de apetito
- El aislamiento social
- Actitudes negativas hacia este evento
En este sentido, "la mejor forma de ayudar al menor a superar el sentimiento de pérdida es encomendarle a tener un nuevo propósito de vida, a través del apoyo a los demás. "La manera más óptima de reconstruirse a uno mismo es ayudando al resto", informa el doctor.
Y con este pilar fundamental, "debemos mostrar a los niños que el familiar fallecido desearía que superasen el dolor y ayudasen a quienes los necesitan. Así, cuando ellos están bien, sus amigos, familiares y seres queridos también pueden estarlo", concluye el doctor Urra.
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Si finalmente se requiere apoyo psicológico clínico, "es clave la importancia de buscar ayuda profesional", para que así evitemos que el proceso de cronifique y las consecuencias sean peores para los pequeños. En este sentido, será importante la ayuda de un/a especialista en psicología infantil o adolescente que sepa atender las características específicas de la infancia y adolescencia.