Hay quien juega siempre a los mismos números en la lotería de navidad. La fecha del día de su boda, del nacimiento de su primer hijo, del cumpleaños de su abuelo... Son fechas señaladas y especiales. Que van más allá de la suerte y de las probabilidades. Apelan a la emoción y a nuestros recuerdos mas bellos. A lo mejor de nuestra vida.
¿Por qué entonces, si la lotería es suerte y probabilidad, jugamos con esos números que apelan tan sólo, a nuestras emociones? ¿Por qué en vez de dejar la suerte al más puro azar, preferimos aferrarnos a los recuerdos, sabiendo lo complicado que resulta que nos toque el Gordo, jugando siempre a los mismo números?
Todo tiene que ver con una cuestión de control personal. "A menudo atribuimos connotaciones emocionales a los juegos de azar, con la creencia distorsionada de que de esa manera tendremos más control sobre el resultado, o más suerte", explica a laSexta Laura Palomares, psicóloga de Avance Psicólogos Madrid.
A menudo atribuimos connotaciones emocionales a los juegos de azar, con la creencia distorsionada de que de esa manera tendremos más control sobre el resultado, o más suerte
Pensamos que "el hecho de personalizar el juego nos da control sobre el resultado, de ahí el peso que en ocasiones puede ejercer el aspecto emocional a la hora de decidir qué numero elegir, si lo compartimos, etc. Pero en realidad no es más que un sesgo cognitivo. Además, confundimos el azar con la suerte, y pensamos que ésta aumentará si introducimos aspectos emocionales", añade la experta. Pero esto no es nuevo, ya pasaba muchos y muchos siglos atrás.
"Esto ya ocurría desde los mitos de los dioses para tratar que lloviera. Cuando el azar hace acto de presencia, muchas veces nosotros tratamos de controlar esas circunstancias con relatos que tienen determinadas atribuciones emocionales, de fortuna o divinas. Con lo cual, es una estrategia de afrontamiento para las situaciones que tienen que ver con el azar", explica por su parte el psicólogo Eduardo Torres, director de la Unidad de Terapia Familiar del Instituto Centta.
Y es que al final, vivimos el día de la loteria como un ritual más, como una forma más de celebrar la Navidad. Como otro acontecimiento. Eso sí, si toca, mucho mejor.
Las emociones y la superstición, en juego
Realmente, se mezclan muchas cosas el día 22 de diciembre. Por un lado, las estrategias puramente comerciales, por otro las razones sociales y último, la tradición de nuestras propias vivencias.
Por ello quizá, también, el jugar con nuestras fechas más señaladas. "Porque en realidad la lotería está asociada a las fechas navideñas que a su vez lo están a aspectos familiares y afectivos. De este modo, el sesgo de control alrededor del aspecto emocional puede aumentar. Unido también, a la más pura superstición sobre las probabilidades de acertar, con las que tratamos de sentir más control sobre el resultado", explica Palomares.
Realmente, todo lo que nos hace compartir con los demás (incluso las incertidumbres, cuando hay ilusión, aunque haya pocas probabilidades) refuerza en esos momentos la sensación de vínculo entre las personas. Un objetivo común (en un número de la lotería) cuando además es difícil de alcanzar, genera sentimientos de identificación con los otros. Así, los compañeros de trabajo, amigos, familia... son cómplices con nosotros. Es una meta difícil pero ilusionante", añade la experta.
Un objetivo común (como un décimo de lotería) más cuando además es difícil de alcanzar, genera sentimientos de identificación y complicidad con nuestra familia, amigos y compañeros
A todo esto además, se uno un sesgo conocido: la llamada falacia del jugador. "Esto es, pensar que cuanto menos se ha dado un resultado con anterioridad, más probabilidades hay de que por fin pueda ocurrir", explica. Por lo que si si la fecha de nuestra boda, aún no ha salido, pensamos que podrá salir con mayor certeza.
Pero en realidad, como sostiene por su parte Eduardo Torres, "la lotería se asocia a una imagen de felicidad que en realidad no se corresponde con lo que es la felicidad del ser humano. Es decir, se corresponde con una visión muy consumista y desde el dinero, como si el dinero diera la felicidad, Además, viene un poco envuelta en esta imagen que juega con nuestros sentimientos más infantiles de hogar, de familia, de reencuentro…". Y en definitiva, opina este experto, "no es la lotería lo que nos gusta, sino todo lo que gira en torno a ella". Todos los rituales asociados a este momento.
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"Cuando en cualquier circunstancia de este tipo se asocian elementos emocionales y sociales, al final estamos hablando de que nuestro comportamiento con el ritual no se explica desde la racionalidad, si no precisamente desde la pertenencia a lo que simboliza ese ritual", concluye Torres.