Ni será la peor cosa que te pase en la vida ni mucho menos será nunca el fin del mundo. Cambiarse de carrera al año siguiente de terminar la EvAU o selectividad (incluso tras dos o tres años de haber empezado la Universidad) o dedicarse a otra profesión distinta a la que te has graduado es mucho más normal de lo que pensamos. Al final, para muchos oficios y profesiones existen especializaciones que te permiten realizarlas habiéndose titulado en otra carrera diferente. Las decisiones que tomamos con 18 años no tienen que ser ni cruciales ni definitivas.
Beatriz Carballo, co-fundadora del estudio digital Rload Studio ilustra precisamente uno de los grandes temores de los estudiantes en esta etapa: estudiar una carrera y no dedicarse nunca a ella. Esta joven de Cáceres se graduó en Derecho por la UC3M (Madrid), pero descubrió años más tarde que su verdadera vocación era el diseño y la creatividad. "Cuando una persona no tiene claro qué estudiar, es habitual dejarse guiar por los consejos de su familia o por las carreras con más salidas profesionales, pero esto no garantiza que le vaya a gustar a la hora de trabajar".
Pero en los primeros años de Derecho no se planteó nada de todo esto, no fue hasta que llegó su 'año erasmus' en Milán cuando descubrió su pasión por el diseño. "Vivía con dos diseñadores gráficos que me enseñaban sus procesos creativos para marcas. Esto me abrió los ojos a una profesión que nunca me había planteado". Sin embargo, finalizó su grado en Derecho, hizo prácticas en un bufete de abogados y con 22 años le ofrecieron un trabajo indefinido que lejos de alegrarse, "se me vino el mundo al suelo", cuenta la joven. Y fue precisamente eso lo que le hizo buscar otra salida.
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Algunas decisiones NO son un error
Porque al final las decisiones no tienen que ser para siempre ni tampoco deben considerarse un error. "Hay muchos autores o corrientes pedagógicas que abogan por posponer la toma de decisión, ya que no poseemos toda la madurez o estabilidad idónea para tomar aquella que condicione nuestro futuro profesional, sin embargo, ahí está la clave: en no tomar esta decisión con la única posibilidad de definir tu futuro profesional", expone María González, psicóloga del Instituto Centta.
"Si en tu caso no tienes aún una predilección por una profesión en concreto, apoya esta decisión en aquellas aptitudes o intereses que crees que cierta carrera o grado profesional pueden ayudarte a desarrollar. La vida laboral actualmente es muy larga y gracias a los avances en todos los campos surgen profesiones nuevas cada cierto tiempo. Quizás tu profesión ideal aún no exista y en una década sí o, en ocasiones, es en el propio desarrollo de la carrera principal elegida, donde nos damos cuenta de lo que realmente queremos estudiar. Y lo que es más importante aún, aprender lo que no queremos en nuestra vida y tener claro que área no nos hace feliz", añade.
La misma opinión tiene la psicóloga María Padilla, fundadora de Capital Psicólogos: "Tanto la EvAU o la selectividad como la elección de carrera son etapas cruciales en la vida de cualquier joven, marcadas por la ansiedad y la presión de tomar decisiones que parecen definir el resto de sus vidas. Sin embargo, es fundamental transmitir que equivocarse o cambiar de carrera no es el fin del mundo. De hecho, puede ser una parte esencial del viaje hacia un proceso de crecimiento personal, antes que profesional".
Pero es cierto que todavía socialmente puede concebirse como un error, un error mal entendido. Cuando Carballo no quiso seguir con su trabajo como abogada, "aparecieron los sentimientos de frustración y fracaso. Por una parte, por pensar que había perdido cuatro años de mi vida, y por otro, por la presión de mi entorno, al ver que mis compañeros comenzaban a trabajar y tenían claro a lo que se querían dedicar. Además, se unió un sentimiento de culpa al pensar que mi familia me había costeado una carrera que no iba a seguir", confiesa.
Pese a todo y siguiendo su curiosidad por el diseño, Carballo comenzó a crear sus propias páginas webs: "Creo que fue un acierto experimentar por mi cuenta antes de lanzarme a seguir otros estudios. Quería asegurarme de que me gustaba y que me podía dedicar a ello. Por suerte, en el diseño hay opciones que no requieren una gran inversión de tiempo y dinero, por lo que en un año contaba con un Máster en diseño gráfico y diseño web, que después complementé con otro en creatividad publicitaria".
Así, Carballo comenzó a trabajar como diseñadora gráfica freelance hasta que, en 2020, constituyó una sociedad para profesionalizar su estudio y crear un equipo con el que acceder a grandes cuentas. Hoy, cuatro años después, su empresa (Rload Studio) se ha posicionado como un estudio que ayuda a empresas de distintos tamaños a renovarse a través de la creatividad y nuevas tendencias llevándose además el premio a la 'Mejor agencia de Madrid y la tercera Mejor agencia de España' según los Sortlist Awards 2023.
Hoy, el mundo laboral es flexible y dinámico (la formación también)
El mundo laboral de hoy es extremadamente dinámico y flexible. Tal como refrenda Padilla, "las habilidades transferibles son cada vez más valoradas, lo que significa que las competencias adquiridas en una carrera pueden ser aplicables en muchos otros campos. Por ejemplo, un título en Historia no necesariamente te encasilla en ser historiador: puede abrir puertas en áreas como la investigación, la escritura, la consultoría y más y no digamos más con los avances de vértigo de la Inteligencia Artificial (IA)".
Por otro lado, añade también que "la educación no se detiene al obtener un título universitario", ya que "hay innumerables oportunidades para continuar aprendiendo y desarrollando nuevas habilidades a lo largo de la vida profesional que permiten a los profesionales adaptarse y crecer en sus carreras.
Y por último y relacionado con todo, está la adaptación que hoy en día es una de las habilidades más valoradas: "Los empleadores buscan personas que puedan aprender y adaptarse a nuevos roles y desafíos. Cambiar de carrera o reevaluar tus intereses profesionales no es un signo de fracaso, sino de crecimiento y capacidad de adaptación. El tomárselo como un fracaso entraña enredos en la personalidad que hay que desanudar", sostiene la psicóloga.
Otro aspecto importante a destacar en todo esto es una palabra que a veces puede provocar presión y ansiedad a los jóvenes: vocación. Sin embargo, y como explica la psicóloga González, "la vocación o el propósito vida tiene que ver con aquellas actividades que nos permiten desarrollar nuestras aptitudes acordes con los valores, con aquello que consideramos importante en nuestra vida, y que nos permita tener una sensación de bienestar y paz mental".
Por ejemplo, una persona puede tener una vocación musical y, aunque su profesión sea, por ejemplo, de administrativo en una oficina en la cual está feliz con sus compañeros, en su tiempo libre acude con frecuencia a conciertos o festivales y escucha música frecuentemente. En este caso, su vocación está siendo también desarrollada", explica González.
Con todo ello, "lo importante no es la primera decisión profesional que tomamos en nuestra vida, sino darnos ese espacio y tiempo para ir conociéndonos y averiguar durante el camino hacia dónde me dirigen mis valores y las opciones que tengo a mi alcance para desarrollar mi vocación personal. Esto es lo que realmente nos ayudará a sentirnos satisfechos en la vida, sea cual sea nuestra ocupación laboral", especifica esta psicóloga.
Carballo ya no considera que los cuatro años de carrera en Derecho fuesen "una pérdida de tiempo" ya que le aportaron unos "conocimientos clave" a la hora de emprender. "Es un error pensar que el 'confundirse de carrera' es un fracaso. Para mí, el verdadero fracaso habría sido dedicarme a algo que no me gusta solo por aprovechar aquellos años en la Universidad. Los nuevos comienzos siempre dan vértigo, pero ha sido una de las mejores decisiones de mi vida", finaliza la diseñadora.