El cáncer de mama es el tumor más frecuente en las mujeres: en España, al año se registran más de 35.000 nuevos diagnósticos. No todos los cáncer de mama son iguales, al igual que tampoco lo es ningún otro tumor de otro órgano (no existen dos cánceres iguales). En este caso, existen fundamentalmente tres grandes grupos, en función de sus biomarcadores, en los que poder clasificar el cáncer de mama: luminales, que representan hasta el 75% de los casos; HER2 positivo, que ocupan el 15-20%; y triple negativo, los restantes.
Es cierto que en general la supervivencia del cáncer de mama rondan cifras de hasta el 80% sin embargo, es todavía un reto alcanzar ese 100% o al menos estar cerca de esa ansiada cifra redonda: el 20% de los casos no tiene tratamientos eficaces, por lo que hace falta aún más investigación. Pero hoy y gracias a una investigación española estamos un poquito más cerca de conseguirlo.
Un estudio liderado por científicos españoles han encontrado que un tipo concreto de linfocitos, las células asesinas naturales o Natural Killers (NK), conocidas por su capacidad antitumoral, también tienen capacidad, en combinación con el tratamiento contra uno de los tipos de cánceres de mama más agresivos, para alertar al sistema inmunitario sobre la presencia de las células cancerosas. Una capacidad que les permite reclutar a otras células inmunitarias para luchar contra el tumor.
El trabajo ha sido publicado por la revista Journal of Experimental & Clinical Cancer Research y dirigido por las doctoras Aura Muntasell y Sara Santana, investigadoras del Grupo de investigación en Inmunidad e Infección del Instituto de investigación del Hospital del Mar (Barcelona). También han colaborado en él otros centros como el Hospital Clínico de Valencia, el Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, la Fundación Jiménez Díaz y el CIBER del Cáncer (CIBERONC).
La investigación ha permitido también describir un posible biomarcador para identificar a las pacientes que tendrán una respuesta positiva al tratamiento.
Una alerta ante el cáncer de mama
Estudios anteriores del mismo grupo de investigación habían ya certificado el hecho que la presencia de estas células llamadas Natural Killers, un tipo de linfocito citotóxico que puede matar a las células tumorales, en el entorno de los tumores de cáncer de mama HER2 positivo, tenía relación con la respuesta de las pacientes al tratamiento con anticuerpos antiHER2. Pero a pesar de esta asociación, su número era más bajo que el de otras células del sistema inmunitario, algo que los investigadores sospechaban que también tenían una función reguladora de la respuesta de las defensas del cuerpo ante el cáncer.
Este nuevo estudio se ha centrado en aclarar este aspecto. A partir de la comparación del conjunto del ARN de biopsias de tumores de cáncer de mama HER2 positivo con presencia de células NK y sin ésta, y de modelos con ratones, el trabajo ha podido demostrar que estas células, al entrar en contacto con los anticuerpos que se utilizan contra estos tumores, segregan dos tipos de pequeñas proteínas, citoquinas, y otros factores solubles, que modifican el microambiente tumoral, hecho que facilita la llegada de otras células del sistema inmunitario, reforzando la acción del tratamiento contra el cáncer.
"Parte del efecto de los anticuerpos antiHER2 no se debe solo al efecto intrínseco sobre las células tumorales, sino que estos anticuerpos permiten, a través de las NK, poner en marcha una respuesta inmune antitumoral", explica la doctora Muntasell.
Estas conclusiones se confirmaron con el análisis de 80 muestras. Se comprobó cómo, en aquellas que presentaban niveles más altos de células Natural Killers, también había una mayor presencia de linfocitos con capacidad antitumoral. Es decir, tienen la capacidad de alertar al sistema inmunitario y de reclutar a otras células para atacar y eliminar a las células cancerosas.
Así, la doctora explica el mecanismo implicado en este proceso: "El hecho que haya células NK en presencia de los anticuerpos antiHER2, hace que se encienda una respuesta inmune antitumoral. Por lo tanto, los linfocitos NK no solo tendrían una función directa antitumoral porque pueden matar células transformadas, sino que, además, disparan esta alarma que permite que otras células del sistema inmunitario lleguen hasta el tumor y puedan contribuir a eliminarlo". Es decir, "muestran al sistema inmunitario dónde está el tumor para que lo pueda combatir".
Posible nuevo biomarcador de respuesta al tratamiento
El trabajo también analizó si sería posible detectar en sangre o suero de pacientes los factores que segregan las células asesinas naturales al entrar en contacto con el tratamiento con anticuerpos antiHER2. A través de muestras de suero de pacientes en tratamiento, confirmó su presencia en los casos de las personas que tenían una respuesta positiva.
"Esta nueva evidencia reafirma la capacidad de la terapia anti-HER2 para inducir una respuesta inmune que, de manera importante, se correlaciona con una mayor eficacia terapéutica. Esto nos tiene que servir para continuar avanzando en la mejora y la individualización del tratamiento de las pacientes con cáncer de mama HER2 positivo", apunta por su parte el Dr. Joan Albanell, jefe del Servicio de Oncología del Hospital del Mar, director del Programa de investigación en cáncer del Instituto de investigación del centro y autor del trabajo.
Estos descubrimientos validan las estrategias terapéuticas en desarrollo en estos momentos, como un ensayo clínico en marcha y liderado por el Hospital Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), también en Barcelona, con participación del Hospital del Mar, para infundir linfocitos de un donante sano a pacientes con cáncer de mama HER2 positivo metastásico en combinación con anticuerpos antiHER2. También colaboran en él la Clínica Universidad de Navarra y el Hospital Puerta de Hierro de Madrid.
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Los investigadores consideran que estas conclusiones pueden ser trasladables a otros tipos de tumores, ya que "el estudio evidencia que la actividad del linfocito NK como célula con capacidad de modificar el ambiente del tumor es extrapolable a otros tumores", concluye la doctora Muntasell.