"Sé que el trabajo no va a salir bien porque con este compañero no se puede trabajar". Efectivamente, si ya lo piensas de antemano, seguro que saldrá mal. Y evocamos así la profecía autocumplida, también llamado Efecto Pigmalión, un sesgo cognitivo basado en nuestras expectativas que tanto daño nos hacen a nivel psicológico. Porque de algún modo nos 'boicoteamos' a nosotros/as mismos y predecimos y damos por hecho que todo va a salir mal.
"Las profecías autocumplidas son aquellos pensamientos anticipatorios o expectativas que generamos y que finalmente terminan por cumplirse porque consciente o inconscientemente yo mismo hago que se cumplan", afirman a laSexta.com Cecilia Martín y Marina García, psicólogas clínicas y codirectoras del centro de psicología Instituto Psicode(Madrid, Valladolid y Alicante).
Se trata realmente de un sesgo cognitivo: "esto significa que es una forma errónea de interpretar la información, pues la persona realiza una anticipación sobre un hecho que todavía no ha sucedido. Y en muchas ocasiones esta presuposición se termina cumpliendo, sobre todo por dos razones", detalla Marina García.
La primera porque -continúa la experta- "tenemos aprendizajes del pasado que ya nos han dado pistas y la segunda porque nosotros creamos el escenario para que se acabe cumpliendo. Y esto es porque cuando una persona anticipa un resultado, inconscientemente o no, desencadena un conjunto de acciones que son congruentes con lo que ha predicho. Pues al ser humano, lo que más le gusta sentir es que es coherente con lo que piensa y sucede".
Así comenzó la profecía autocumplida...
En 1968, Leonore Jacobson, directora de una escuela de San Francisco (California), y el psicólogo Robert Rosenthal publicaron su famoso libro 'Pygmalion a la escuela' en el que pusieron las bases de la llamada profecía autocumplida, considerándose así los pioneros de este particular sesgo cognitivo de la psicología.
Ese mismo año, los investigadores comenzaron un experimento realizado en una escuela de California con niños y niñas de educación infantil y primaria. Éste consistió en pasarles -a los alumnos- una serie de tests para valorar su inteligencia.
Los resultados de estos tests ficticios fueron dados al azar a los profesores, es decir, no eran los reales sino que el test de ese niño/a recibió una nota al azar. Por otro lado, los investigadores les dijeron a los profesores que era de esperar que quienes sacasen buenos resultados en estos tests iba a tener mejor rendimiento.
Y curiosamente, así fue. La expectativa del profesor hacia sus alumnos/as ya estaba realizada. Y por tanto, la profecía se cumplió. Las conclusiones de este experimento mostraron una clara asociación entre la expectativa del profesor y el rendimiento de los alumnos, ya que los niños que "sacaron notas altas" en ese falso tests de inteligencia mostraron una mayor evolución en el curso. Los profesores habían estado más pendientes de ellos, más involucrados.
Las expectativas pueden hacernos mucho daño
Las expectativas juegan un papel fundamental en la forma de comportarnos con los demás. Pero también con nosotros/as mismos. De ahí, que podamos 'boicotearnos'.
Por ejemplo, tengo un examen de Filosofía en la facultad dentro de una semana. Pero es que esa asignatura se me da fatal, porque no soy de letras y memorizar se me da muy mal y además, con tan poco tiempo para estudiar... voy a suspender seguro. Con estos pensamientos y expectativas estudio mal y por ende, hago un examen solo regular . El resultado: suspenso en filosofía.
Así, la profecia aucumplida funciona de la siguiente manera:
- Primero: tengo una expectativa o un pensamiento de lo que va a ocurrir.
- Segundo: hay una clara disposición para que se cumpla tal expectativa porque pongo el foco de atención en ese pensamiento y no en otras cosas.
- Tercero: la profecía se cumple.
Realmente, como señala la psicóloga Cecilia Martín, "estos pensamientos anticipatorios o expectativas que nos creamos no son pensamientos útiles porque realmente estamos inventando o especulando teorías en nuestra cabeza ( que no sabemos si son ciertas ) sobre el comportamiento de otras personas o sobre nosotros mismos".
Los pensamientos anticipatorios o expectativas que nos creamos no son pensamientos útiles porque realmente estamos inventando o especulando teorías en nuestra cabeza que no sabemos si son ciertas
Es decir, "damos por ciertas esas teorías explicativas y automáticamente empezamos a actuar en base a eso que creemos. Y finalmente provocamos eso de 'ya sabía yo que esto iba a ocurrir'", añade.
Y es cierto que tenemos muchos de estos pensamientos y a veces, nos hacen limitarnos mucho en la vida: "Nuestra historia de vida y de aprendizaje nos ha llevado a tener ciertas creencias , a veces no muy adecuadas, sobre los demás y tendemos a generalizar", señala por su parte Marina García.
Por ejemplo, "hay personas que por su historia personal, creen que todo el mundo les va a mentir, que la gente sólo va por el interés, que no te puedes fiar de tu pareja, etc. Y todas estas creencias son muy dañinas. Pero también generamos creencias negativas sobre nosotros mismos (tal como hemos comentado antes): 'voy a suspender', 'no valgo para nada', 'todo me sale siempre mal'..."
Cómo olvidarnos de las expectativas y de la profecía autocumplida
Lo primero que debemos tener en cuenta es que es "una forma de pensar errónea, porque consiste en 'adivinar' cosas futuras que no sabemos si son ciertas o no, pero nosotros nos inventamos que son como las pensamos", explica Marina García.
Debemos tener claro que es una forma de pensar errónea, porque consiste en "adivinar" cosas futuras que no sabemos si son ciertas o no, pero nosotros/as nos inventamos que son como las pensamos. Lo más adecuado es contrastar con la realidad
Y al ser pensamientos hipotéticos -añade- "lo más racional y adecuado es contrastarlos con la realidad. Por ejemplo, si pensamos que le caemos mal a alguien, en lugar de darlo por hecho, lo más correcto sería preguntar a la persona si hemos hecho algo que le ha molestado. Si buscamos pruebas de realidad, muchas veces caeremos en la cuenta de que estábamos equivocados en nuestras profecías".
O al revés. Ese chico que me han presentado me cae muy mal, me han dicho cosas de él que no me gustan nada, que es antipático, que es un "chulo", un creído... Y claro, seguramente, acabaré fijándome en lo "malo" de él. Y efectivamente, me cae mal, muy mal, lo odio. Porque si piensas que te cae mal, al final acabarás poco menos que "odiándole", hablando de forma coloquial.
Y puede que a lo mejor, señala Cecilia Martín "cuando conozcas a ese chico, te des cuenta o te lleves la sorpresa de que contigo muestra otra actitud ya que siente que no está siendo juzgado y en lugar de relacionarse como lo hace con los demás cambia su registro. Hay que dar varias oportunidades antes de crear un prejuicio".
Consejos o pasos a seguir
Por tanto, "cuando conocemos la profecía autocumplida y sabemos que es un sesgo, un pensamiento erróneo, va a ser más fácil que podamos identificarlo y evitarlo", aseguran las expertas. La clave está sólo en seguir dos pasos:
El primer paso sería entonces identificar nuestras profecías y darnos cuenta de que estamos haciendo una hipótesis en nuestra cabeza sin pruebas reales.
El segundo paso es cuestionar esos pensamientos y darnos cuenta de que quizás estemos equivocados. Buscar pruebas a favor y en contra de nuestra hipótesis. Para ello, podemos contárselo a la gente de confianza que tenemos para que nos den otro punto de vista: "Si echamos la vista atrás en nuestro pasado, posiblemente hemos generado muchas profecías que no se cumplieron porque alguien nos hizo ver que estábamos equivocados", aseguran las expertas.
Sabemos que no es fácil dejar a un lado las profecías autocumplidas, por nuestras experiencias e historias de vida, pero lo mejor, sin duda, es dejarlas a un lado. "Y luchar por nuestros retos, confiar en la vida y en los demás, y posiblemente, los resultados que obtengamos serán mejores", aconsejan las profesionales.
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Sólo a veces es bueno creer en las profecías autocumplidas...
- En aquellas ocasiones que hemos tenido pruebas reales de que lo que pensamos es válido, "bien porque lo hemos vivido (aprendizaje por ensayo y error) o bien porque lo hemos visto en otros (aprendizaje vicario o modelado) nos aportará información válida", aconsejan las expertas.
- Siempre que sean positivas y no nos bloqueen: "Siempre que nos lleven a mejorar como personas y a tener mejor relaciones con los demás, son adecuadas y será positivo que nos dejemos guiar por ellas", concluyen.